sábado, 2 de enero de 2021

El nuevo orden mundial

 










Valencia. Año del señor de 2070

—Manolo. Las ocho.

La luz de la cámara, en un rincón de la habitación, parpadea. Manolo se levanta, va al cuarto de baño. De la cocina llega el aroma del café, con fondo de achicoria, hecho en el puchero.

—¿Qué te toca hoy?

—Pato de estanque. Lo odio.

—¡Schsss! Deberías cuidar lo que dices. Ya sabes que… —y le señala la cámara.

Manolo asiente. Se toma el café y se marcha al dormitorio. Minutos después, da un beso a su mujer y se despide.

Manolo va caminando hasta el parque central. Las calles están silenciosas. Los coches aparcados y cubiertos de una pátina grisácea brillante. En el centro del parque se reúne con su jefe de grupo. Éste, vestido de sauce llorón, da las instrucciones pertinentes: —los patos, al estanque. Los árboles, venid conmigo que hoy nos toca la esquina izquierda. Los niños pequeños, ale, a correr por ahí, a dar por saco.

Desde que se decretó la emergencia mundial debido, entre otras causas, al cambio climático, el nuevo estado europeo, dirigido por la presidenta Grettchen, gobierna con mano dura. La subida del nivel del mar obligó a los habitantes de las ciudades costeras a desplazarse hacia el interior del país, convirtiéndolas en la nueva España vacía.

Manolo y sus compañeros, antes de comenzar la tarea diaria, se detienen ante una valla publicitaria. Leer en voz alta las ordenanzas forma parte de las obligaciones como ciudadanos del nuevo orden.

—Te toca, Anselmo.

—¡Cuac!

 Yo, Grettchen Thunderberger und Gustafsson.

«Ordeno.

Que, los habitantes de las ciudades que sean considerados aptos, física y mentalmente, se pongan a disposición de las autoridades para realizar labores humanitarias en beneficio de la sociedad con el fin de evitar que los más vulnerables: enfermos, ancianos y niños—, se sientan desubicados y caigan en una depresión.»

 —Me lo sé de memoria.

—¡chss! No te quejes, que puede ser peor— le reprende Anselmo en voz baja.

—Siempre se me olvida —se disculpa mirando de soslayo hacia una de las cámaras. —¿Qué te toca mañana, Anselmo?

—Bebé de teta.

—¡Joder, qué suerte!

—A mí me toca hacer de perro. Acabo hecho polvo, te lo juro.


Microrrelato incluido en el libro "2070- Relatos líquidos" publicado por Bibliocafé


(Imagen tomada de internet)


3 comentarios:

  1. Disfuto de esta posible distopía.
    El futuro ya está -casi- aquí.

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  2. Hasta en las distipias, con labores y al servicio. Me encantó!

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  3. Las distopías, con humor, se digieren mejor. Yo también me apunto a lo de bebé de teta.

    Un abrazo.

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