ENTREVISTAS

EL HERALDO DEL HENARES

“Cuando leo relatos, me gusta que me sorprendan”

Entrevista: Elena Casero
    Entrevista de Miguel Baquero
 
    Elena Casero es una novelista de breve pero fructífera trayectoria (en especial con su magnífica Tribulaciones de un sicario) que en estos días prueba suerte en el terreno del cuento con Discordancias, una colección de relatos que tienen como fondo el mundo de las relaciones humanas.
 
    Un universo en el que se producen discordancias, como índica el título, incidencias y fricciones que suelen tener como resultado el mismo: la ruptura, y como consecuencia de ello, la soledad. Un camino que veces es recorrido de forma trágica y otras de forma grotesca, casi ridícula. En esta tecla tragicómica, esta mezcla coherente de relatos oscuros y otros burlones, la que con una especial maestría sabe tocar nuestra entrevistada.
 
    EL HERALDO DEL HENARES: Discordancias es el primer libro de relatos de Elena Casero, después de varias novelas de calidad, en especial la extraordinaria Tribulaciones de un sicario. Normalmente, los narradores suelen hacer el camino al revés, de lo pequeño a lo grande, del cuento a la novela. En tu caso, sin embargo, ha sucedido lo contrario...
    
    ELENA CASERO: Sí, es cierto pero debo decir que yo empecé escribiendo relatos. Las novelas se fueron cruzando al mismo tiempo que ellos y, casualmente, se publicaron mucho antes porque siempre me dijeron que los libros de relatos no tenían mucho interés para los lectores. Y hasta ahora nunca me decidí a probar suerte.
 
    EHH: ¿Qué diferencias fundamentales has encontrado entre escribir una novela y escribir un cuento?
    
    ELENA CASERO: Me resulta más difícil escribir una novela. Me he acostumbrado a la concisión, creo que mi escritura es muy escueta, quizás por esa razón escribo novelas cortas. La diferencia fundamental para mí son los cambios de registro. En la novela se suele mantener el mismo criterio. Con los relatos, no. Cada cuento requiere el suyo propio.
    
    EHH: Discordancias no es una simple sucesión de relatos, sino que, como los buenos libros de cuentos, tienen un factor común: en este caso, las relaciones de parejas y las formas en que concluyen: en el suicidio, las más trágicas, en el abandono de la pareja, en la infidelidad, en el olvido...
    
    ELENA CASERO: Tengo la costumbre de catalogar los relatos en una especie de registro. Antes de mandarlos a la editorial hice una selección de aquellos que mantenían un nexo común. Envié unos cuantos, hicimos una selección y salió Discordancias.
 
    EHH: Me ha llamado la atención que, en función de la historia que se cuenta, algunos cuentos tienen un tratamiento trágico y otros más o menos humorístico. ¿Te ha sido muy difícil hacer este cambio de registro?
    
    ELENA CASERO: No, no mucho, aunque no puedo evitar que me salga la ironía o el humor negro. No pretendo que haya gracia en los relatos, es que es mi manera de ser. Dentro de la tragedia siempre encuentro algún motivo para sonreír o para reírme de mí misma y creo que es lo que se refleja en lo que escribo.
    
    EHH: Este hecho, quiero decir, el que los cuentos tengan un tratamiento y un tono distintos en función de la historia que se cuenta, hace que el lector no dé nada por supuesto y con cada nuevo cuento deba resetear lo anterior y esperar una sorpresa...
    
    ELENA CASERO: A mí me gusta que me sorprendan cuando leo relatos, incluso cuando se prevé el final. Yo creo que cada uno escribe lo que le gustaría leer.
    
    EHH: Todos los cuentos tienen una gran calidad, pero me gustaría destacar uno que, en mi opinión, me ha parecido excepcional. Se titula "El camino del cielo". Una mujer espera el ascensor y, cuando llega y se abre, se encuentra en la cabina a su esposo muerto...
    
    ELENA CASERO: Recuerdo que se me ocurrió esperando el ascensor de mi casa. Me quedé unos segundos viendo el vacío, el espejo, donde solo me reflejaba yo y cuando subí a casa me puse a escribirlo. Creo que muchas mujeres desearían que ese relato se cumpliera. No deja de ser una manera aséptica de solucionar los problemas conyugales.
    
    EHH: Algunos cuentos aluden a la realidad con la mayor crudeza y otros incluyen elementos casi fantásticos, como "Una llamada a deshora", en la que el protagonista decide un día llamar por teléfono a la vieja casa de sus padres, ambos ya fallecidos...
    
    ELENA CASERO: Este relato tiene algo de autobiográfico. Después de que la casa de mis padres quedara vacía pensé en marcar el número de teléfono para ver qué sucedía. Creo que todos nos hemos quedado con ganas de preguntar alguna cosa que, en su momento, no nos atrevimos a hacer. Pero nunca supe si alguien me iba a responder al otro lado.
    
    EHH: Imagino que algunos de los cuentos del volumen te habrá dejado con las ganas de prolongarlo un poco, de intentar llevarlo al terreno de la novela...
    
    ELENA CASERO: Podría alargar "La dueña del secreto" porque es casi verídico. Es un hecho que sucedió en la calle donde yo vivía en Valencia. Pero más que alargarlo, creo que va a ser incluido dentro de la siguiente novela.
    
    EHH: Háblanos un poco de tus proyectos futuros, de los libros que tienes en ciernes...
    
    ELENA CASERO: Tengo una novela en la agencia Kerrigan desde hace más de dos años y no veo que tenga posibilidad de publicación. Creo que se va a hacer mayor allí. Y en la mente dando vueltas y más vueltas tengo otra hasta que encuentre la puerta de salida, de donde formaría parte el relato que he mencionado. Todo ello sin dejar de escribir relatos y microrrelatos, que es lo que más me divierte.

1.- ¿Por qué escribes?
Yo escribo con la intención de trasladar al papel la vida que observo a mi alrededor, las historias que bullen en mi cabeza. Y, sobre todo, porque me gusta y me divierte.
2.- ¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir?
Creo que no tengo ninguna manía. Lo único que podría decir como especial es que en algunas ocasiones necesito escribir a mano, con lápiz. Frases que llevo dando vueltas en el cerebro y no consigo darles forma a menos que lo haga sobre el papel. Unas veces escucho música y otras no. Tampoco tengo necesidad de que sea en un lugar específico. Hasta hace poco tiempo, a falta de espacio propio, escribía en la cocina.
3.- ¿Cuáles dirías que son tus preocupaciones temáticas?
Creo que las de mucha gente: la soledad, la muerte, el miedo. Intento ahondar en la psicología de las personas.
4.- ¿Algún  principio o consejo que tengas muy presente a la hora de escribir?
Hacerlo por placer, escribir lo que a mí me gustaría leer. Y ser honrada con lo que estoy contando.
5.- ¿Eres de las que se deja llevar por la historia o de las que lo tienen todo planificado desde el principio?
Me considero algo anárquica. Cuando creo tener la historia que quiero contar, la llevo durante un tiempo en la cabeza, hago apuntes y, en el momento en que tengo claro el arranque, comienzo a escribir. A pesar de ello, me suelo dejar llevar por la historia.
6.- ¿Cuáles son tus autores o libros de cabecera?
En este tema también soy anárquica. Quedaría muy bien dar una lista de nombres o de obras, pero no lo puedo hacer. En cada época de la vida he tendido a leer a unos autores u otros y me saldría una lista un poco larga. No leo todo lo que cae en mis manos, aunque sea de un autor que me gusta. Lo que puedo añadir es que me gusta mucho la literatura española.
7.- ¿Podrías hablarnos de tu último proyecto? Bien lo último que hayas publicado o lo último que hayas escrito o estés escribiendo.
Lo último que se ha publicado ha sido la reedición de mi primera novela – Tango sin memoria – por la editorial Talentura. Una novela que se publicó en el año 1996 y que pasó algo desapercibida.
Estoy escribiendo una novela corta, de corte parecido a Tribulaciones de un sicario y recopilando información para escribir otra, que será algo más larga, sobre las mujeres de mi familia, desde mi bisabuela hasta la época de mi madre. No será otra historia más sobre la guerra civil, sólo quiero hablar de la situación personal y social de las mujeres a través de esos años.
Y, entre tanto, escribo microrrelatos.



INTERNACIONAL MICROCUENTISTA

  La Internacional Microcuentista me ha invitado a que cuente cómo es mi proceso creativo. 
   Lo cierto es que escribo cuando puedo, cuando tengo un rato al día. Pero sobre todo lo hago entre el sábado y parte del domingo. Eso quiere decir que más que escribir, vomito todo lo que he ido guardando en el buche a lo largo de la semana. 
  Carezco de manías a la hora de ponerme a escribir. No necesito nada especial. Unas veces me acompaño con música y otras en silencio dependiendo de lo que esté haciendo. A veces necesito lápiz y papel para ordenar mis ideas; otras directamente al teclado donde suelo escribir muy deprisa, por algo estudié taquimecanografía en mis tiempos mozos. 
    Cada género conlleva un proceso. En el caso de las novelas, si no necesito documentarme porque todo depende de mi imaginación, prima la anarquía. Lo tengo casi todo en la cabeza, dando tumbos meses y meses hasta que encuentra el cauce de salida. En el caso de necesitar documentación suelo hacerme un guion para evitar que la anarquía se apodere de mí. 
    Si se trata de microrrelatos apunto la idea en una libreta que llevo en el bolso. La idea va dando vueltas en el cerebro hasta saber si tiene fundamento o va a esa inmensa carpeta de despojos que tengo en el ordenador, cada vez más grande. 
    La única manía que tengo es la de disfrutar con lo que hago.
Elena Casero (Valencia, España, 1954) es diplomada en Turismo. Ha publicado tres novelas, Tango sin memoria (1996), Demasiado tarde (2004) y Tribulaciones de un sicario (2009), y el libro de relatos Discordancia (Talentura, 2011).




Hoy en Yo he venido aquí a hablar de su libro entrevistamos a Elena Casero, que ha publicado recientemente un nuevo libro, en esta ocasión de microrrelatos, Luna de perigeo.
Elena nació en el siglo pasado en València, donde vive. Tiene colgado de una pared el título de Técnico de Empresas Turísticas, algo amarillento, según nos dice. Ahora está prejubilada a tiempo parcial de la multinacional Ford España S.L. donde han transcurrido cuarenta y dos años de su vida.
La curiosidad la ha llevado a ser corredora, escritora y músico. Esta última faceta es de la que más orgullosa dice sentirse.Ha publicado cuatro novelas: Tango sin memoria (Mira Editores y reeditada por Talentura), Demasiado tarde (Mira Editores), Tribulaciones de un sicario (Talentura Libros) y Donde nunca pasa nada (Talentura Libros). También tiene un libro de relatos, Discordancias (Talentura Libros), y el más reciente es de microrrelatos, Luna de perigeo (Ediciones Enkuadres S.L). Asimismo, ha participado en varios libros colectivos de microrrelatos: De antología. La logia del microrrelato y Despojos del ReC (ambos publicados por Talentura Libros), y en los recopilatorios anuales de La Microbiblioteca en tres ocasiones.

Amanece Metrópolis: Elena, ¿cómo fueron tus comienzos en el microrrelato?
Elena Casero: Llegué al microrrelato por curiosidad, como casi todo en la vida. Quería explorar otro género distinto, ya que antes de empezar a escribir micros ya había publicado dos novelas. Aunque empecé escribiendo relatos. Algunos de ellos, con el tiempo, se convirtieron en un libro.
Le debo el gusanillo, casi el vicio, de escribir micros a los concursos, en especial a Relatos en Cadena (ReC) y a Wonderland y a las lecturas de otros blogs, como el de Manu Espada, Lola Sanabria, Jesús Esnaola, Agustín Martínez Valderrama, Susana Camps o Rosana Alonso.
A.M: Tu último libro de microrrelatos, publicado en la editorial Enkuadres, lleva el sugerente título Luna de perigeo, que a su vez da título a uno de los cuentos. ¿Qué te llevo a elegirlo?
E.C: El micro que da nombre al libro participó en el concurso Esta noche te cuento, en el año 2014. No ganó ni fue finalista, pero se quedó guardado porque el micro siempre me gustó. El año pasado, al seleccionar los microrrelatos que podían formar parte del libro, vi que había unos cuantos que hacían referencia a la luna llena y su influjo. Me pareció que el título era el más apropiado.
A.M: En Luna de perigeo encontramos bastantes relatos con contenido social y crítico, como ““La nevera de Sor Asunción”, “Yo que tú”, “Visión de futuro”… ¿Crees que el micro puede ser un arma eficaz de denuncia?
E.C: Sé que hay escritores que no opinan lo mismo pero yo estoy convencida de que para denunciar situaciones sociales cualquier medio es bueno. Lo importante es darle voz a los personajes.
A.M: Algo que llama la atención al leer el libro es la reiterada aparición de niños en los relatos. ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?
E.C: Los niños me sirven para mostrar también el punto de vista, a veces cruel, del ser humano. En este mundo hay pequeños energúmenos. Y muchos de ellos crecen.
Pero reconozco que hay algo de nostalgia en alguno de ellos. En especial, en los que hablo de mis recuerdos. También fui niña, aunque hace mucho.
A.M: La presencia del humor es palpable en Luna de perigeo, ya sea en forma de ironía, sátira, humor negro… ¿Dirías que es una constante en tus textos?
E.C: Nunca busco el humor cuando escribo. Es mi manera de ser y de ver lo que me rodea. Hasta en los momentos más difíciles le saco punta a la vida. El humor, la risa, la ironía son necesarios para evitar la pena o la tristeza. Es cierto que, al final, mi sentido del humor se ha convertido en una seña de identidad, que no me molesta en absoluto porque me divierto mucho escribiendo, aunque eso se nota más en las novelas, donde puedo jugar más con las situaciones.
A.M: El libro contiene textos de longitud variada, desde apenas tres líneas ―“Caza menor”― a “Cirugía plástica” o “Los O´Flannery”, de un par de páginas. ¿Hay alguna extensión en la que te suelas encontrar más cómoda o todo viene determinado por la historia?
E.C: Generalmente, viene definida por la misma historia. Conforme voy escribiendo me doy cuenta de la longitud que puedo o debo alcanzar. Siempre me encuentro más cómoda en la media distancia, como cuando hacía atletismo. En el caso de la escritura lo situaría entre cien y doscientas palabras. No se me dan bien los relatos muy cortos, me cuesta mucho escribir los de ciento cuarenta caracteres, por ejemplo. En el caso de la novela es completamente distinto, aunque tampoco sé escribir novelones. Cuando menos me doy cuenta he sacado la tijera de podar.
A.M: ¿Cómo definirías tu estilo?
E.C: No se me ha ocurrido nunca pensarlo. En todo caso, por poner una etiqueta diría que es como mi propia vida. Dicen que soy muy realista, con los pies en el suelo y la cabeza un poco en las nubes. Cada vez más, por cierto. Debe de ser por la edad. Intento no perder la perspectiva de las cosas, ni el sentido del humor, aunque mate a los personajes, algo que me sale de manera natural. En resumen, diría que mi estilo es realista e irónico.
A.M: ¿Usas la típica libreta para apuntar ideas o eres más de nuevas tecnologías (que, por cierto, es el título de uno de tus relatos)?
E.C: Teniendo en cuenta que soy muy anárquica, necesito apuntar las ideas en una libreta que suelo llevar en el bolso, otra en la mesilla de noche y otra en el escritorio. Y si no tengo nada de eso a mano, en el móvil. Si es preciso, en un trozo de servilleta. Y como último recurso, repetirme constantemente la frase que se me ha ocurrido hasta encontrar dónde escribirla.
A.M: ¿Cuál es tu rutina a la hora de escribir un micro?
E.C: Volvemos a la falta de rutina. Si tengo la idea, la anoto. La rumio en la cabeza. Voy escribiendo. Algunas veces sale el micro de un tirón. Otras no. Después lo trabajo hasta que me gusta cómo ha quedado. La siguiente fase es dormirlo. Una vez que lo rescato, viene la última corrección. A partir de ahí, decido si lo envío a un concurso — algo que se me suele olvidar — o lo dejo para mejor ocasión.
A.M: Para terminar, nos gustaría que nos comentases qué libros y/o autores de microrrelato nos recomiendas y por qué.
E.C: Los niños tontos, de Ana María Matute y Crímenes ejemplares, de Max Aub, fueron dos de mis primeras lecturas de microrrelatos. Aparte de ellos, creo que es imprescindible leer a José María Merino, a Juan Pedro Aparicio, a Julia Otoxa o a Ana María Shua. Y no podemos olvidarnos de Manu Espada, Javier Puche, Miguel A. Zapata, Ginés Cutillas, Iván Teruel, Patricia Esteban Erles, Gemma Pellicer, Susana Camps, Rosana Alonso o Lola Sanabria. Ni, por supuesto, de mis compañeros de Enkuadres, Ana Vidal, David Vivancos, Kike Parra y Víctor Lorenzo. Merece la pena leerlos.
    

Luna de Perigeo, de Elena Casero
Editorial Enkuadres
Igual que un adicto al cacao disfruta paladeando todos los bombones de la caja, si son de calidad suprema, los adictos a la buena literatura devorarán con fruición el último libro de Elena Casero, ‘Luna de Perigeo’ (Enkuadres). Una recopilación de 76 microrrelatos en el que se pone en evidencia que lo menos es más. Que, según el célebre proverbio de Gracian, ‘Lo bueno si breve dos veces bueno’ o ‘lo bre si bue dos ve bue’, como rezaba aquel chiste de la mítica revista La Codorniz.
“El título del libro está tomado de uno de los relatos”, dice Casero. “Después de terminar la recopilación, me di cuenta de que la mención de la luna y su influjo sobre los humanos y los animales era un tema recurrente. El orden en el que aparecen no es cronológico. El único criterio que he seguido ha sido intercalar micros cortos con otros un poco más largos para hacer la lectura más amena”.
Luna de Perigeo, de Elena Casero.
Casero pertenece a esa estirpe de escritores que van por libre sin acomodarse a las directrices de cenáculos y balnearios literarios. Es técnico en Empresas Turísticas,  jubilada parcial de la multinacional Ford, autora de cinco novelas y una amplia colección de relatos. Mediante un lenguaje sobrio y depurado transmite su rico mundo interior en el que lo macabro, el humor negro o muy negro, y cierto punto de crueldad se combinan con una extrema sensibilidad y ternura.
Sus microrrelatos contienen un destilado de esos ingredientes, su marca de fábrica, sus señas de identidad. Cada uno abre una aspillera en el muro de la rutina gris que permite divisar una gran diversidad de paisajes como las cambiantes facetas de un caleidoscopio. Pero sus sueños y fabulaciones jamás dejan de poner pie en la realidad con un agudo componente de crítica social y compromiso con los más débiles. Éste es el más corto de la colección: ‘Sonreía mientras lo veía correr espoleado por el pánico. El eco aplaudió su puntería. Satisfecho recogió de la boca de su lebrel un pedazo de tela de rayas’.
En total son 76, la mayoría nuevos, escritos en estos dos últimos años, alguno  premiado o finalista de algún premio. Por ellos desfilan criminales y asesinos, fantasmas, dementes y lunáticos, madres protectoras, muñecos zombies y hasta un puesto de mercado donde venden palabras al detalle. Aunque cada uno podría ser un buen arranque para  una novela, Casero asegura que no derrocha creatividad. “Más bien lo contrario”, afirma.
Elena Casero en la presentación de su libro. Imagen cortesía de la autora.
“Los microrrelatos contienen su propia historia, igual que una novela, con la salvedad de su tamaño. Cuando se comienza a escribir se sabe de antemano si la idea puede ser el germen de una novela, de un cuento o de un micro. Hay historias que no se pueden alargar más de lo debido porque, posiblemente, perderían su esencia. Creo que la creatividad no tiene porqué ir dirigida en una sola dirección”. A veces le salen casi a vuela pluma, pero “siempre hay que podar y matizar”, comenta. “Escoger las palabras adecuadas, quitar lo que no aporta, y darle las vueltas precisas para que quede, digamos, redondo. El microrrelato necesita intensidad, tensión narrativa y dejar al lector sorprendido, sin aliento. Y eso solo se consigue trabajándolo mucho”.
En España no se publican tantos libros de microrrelatos como novelas pero este nuevo género sigue muy vivo tras vivir un impresionante boom. Ginés S. Cutillas ha publicado este año un decálogo práctico del microrrelato, ‘Lo bueno, si breve, etc’. y  en 2017 Talentura Libros editará ‘Las herramientas del microrrelato’, de Manu Espada. En la cosecha del 2016 se pueden mencionar: ‘Maleza Viva’, de Gemma Pellicer (Jekyll & Jill); ‘La microenciclopedia ilustrada del amor y el desamor’, de Ernesto Ortega y ‘Voces para un tímpano muerto’, de Miguel A. Zapata, ambos en Talentura. En Cuadernos del Vigía, ‘Vosotros los muertos’, de Ginés S. Cutillas y en Isla de Síltola, ‘Fuerza Menor’, de Javier Puche.
Por su parte Enkuadres ha publicado a Kike Parra, Víctor Lorenzo, Ana Vidal, David Vivancos y a Elena Casero. Páginas de Espuma ha apostado por cuatro escritoras: Eva Díaz Riobello, Isabel González, Teresa Serván e Isabel Wagemann que reúnen sus micros en un libro titulado Pelos. Patricia Esteban Erles, Rosana Alonso, Susana Camps, Lola Sanabria, Beatriz Alonso Aranzábal, Iván Teruel son, asimismo,  un referente para los que aficionados a las distancias cortas y a los contenidos concentrados e intensos. Lo bueno si breve…


ENTREVISTA EN MAKMA


Una pequeña comunidad en la que todos conocen las miserias propias y ajenas es una especie de laboratorio de psicosociología. Un Gran Hermano sin necesidad de cámaras, una representación a pequeña escala de lo mejor y peor de la naturaleza humana. La escritora valenciana Elena Casero sitúa su última novela en la atmósfera opresiva de un pequeño pueblo en el que la apertura de un puticlub desencadena una serie de asesinatos. ‘Donde nunca pasa nada’ (Talentura), su última novela, prosigue la historia de Anselmo de la Rúa, protagonista de su novela anterior, ‘Tribulaciones de un sicario’, “un personaje que observa el mundo como si le fuera ajeno”, dice Casero.
Portada de ‘Donde nunca pasa nada’, de Elena Casero. Editorial Talentura.
Quien conozca las historias de Plinio, de Francisco García Pavón, encontrará ciertas similitudes en el planteamiento de esta obra, en la que junto al misterio e intriga se juega con la solidez de unos personajes enraizados firmemente en su entorno y dueños de una rica filosofía empírica basada en la capacidad de observación y la experiencia de la vida. ‘Tango sin memoria’ y ‘Discordancias’ son otros dos títulos anteriores de Casero, publicados también por Talentura. Ha participado también en varios libros de relatos colectivos.
¿Cuándo empezó a escribir y por qué motivo?
Empecé bastante tarde. Me decidí a poner sobre papel lo que llevaba en la cabeza cuando ya tenía treinta años. Hasta ese momento todo se quedaba en nada, en simples ideas o en apuntes. El paso de la idea al papel se debió a la necesidad de verlo escrito para continuar un aprendizaje que, por otro lado, nunca cesa, o por haber llegado a una cierta madurez.
Portada de ‘Tribulaciones de un sicario’, de Elena Casero. Editorial Talentura.
¿Qué escritores son sus maestros?
Yo creo que más que escritores en concreto, las influencias vienen a través de las lecturas a lo largo de los años. Así como empecé a escribir algo tarde, no ocurrió lo mismo con la lectura. Fui lectora voraz desde bien temprano. En mi casa siempre ha habido libros y tebeos. Fue muy fácil embarcarse en la lectura. Creo que saldría una lista interminable. Empecé con la novela, en su mayoría autores españoles. En aquella época los autores extranjeros nos llegaban con cuentagotas. Continué con el teatro clásico español. Pero lo que recuerdo como gran descubrimiento fue la lectura de cuentos.
¿Cuál es su propósito cuando se sienta ante el ordenador?
Mi principal propósito es divertirme, inventar historias y crear personajes. Para mí escribir es un entretenimiento fabuloso. Una actividad que hace que la mente esté siempre en funcionamiento y no se me oxiden las neuronas. Además, me encuentro muy a gusto cuando logro escribir alguna historia con sentido. El placer es el mismo si se trata de un relato, como de una novela o un microrrelato.
¿Cómo definiría el hilo conductor que engarza sus relatos?
No sé si hay un hilo conductor. Creo más en la existencia de elementos que aparecen en muchos de ellos. Temas que me preocupan o me inquietan y, sin querer, se convierten en recurrentes. La soledad, el desaliento, el desamor o la muerte pero siempre con un fondo de esperanza y sentido del humor.
Portada de ‘Discordancias’, de Elena Casero. Editorial Talentura.
¿Cómo surgió en su cabeza el personaje de Anselmo de la Rúa? 
Anselmo surgió como un personaje que observa el mundo como si le fuera ajeno. Un hombre que está ajeno a todo excepto a sus propios intereses, que son muy escasos. No es una cuestión de inocencia, es más bien de desinterés. A través de vicisitudes y experiencias novedosas, despierta y poco a poco, aunque ya sea algo mayorcito, va descubriendo lo que tiene a su alrededor y se transforma en otra persona. Es un personaje al que le tengo mucho cariño pero, de momento, no tengo previsto que aparezca en ninguna otra novela.
¿Por qué ambientó la historia en el mundo rural?
He situado la novela, que tiene ingredientes policiacos, en un ámbito rural porque no es lo habitual, porque siempre parece que todos los acontecimientos interesantes suceden en las ciudades. Ya en el título lo menciono, Donde nunca pasa nada. Sin embargo, en las sociedades pequeñas se mantienen unos vínculos familiares ancestrales, los odios y las rencillas persisten a lo largo de generaciones, se mueven como un río subterráneo, aunque parezca que la vida transcurre sin altibajos. Mi intención ha sido partir de una situación ficticia, llegar a desvelar lo que sucedió en el pasado de los personajes.
¿A qué cree que se debe que Talentura apueste por su obra?
Es una buena pregunta para la editorial. Supongo que si no creyeran que mi obra tiene algo de interés para los lectores, no se arriesgarían a publicar mis libros. Yo les estoy muy agradecida. Es una buena editorial, pequeña e independiente que mima a sus autores y cuida mucho la calidad de nuestros libros.
Detalle de la portada del libro ‘Donde nunca pasa nada’, de Elena Casero. Editorial Talentura.


No hay comentarios:

Publicar un comentario