Discordancias, de Elena Casero
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Blanca
Vázquez - laRepúblicaCultural.es
La escritora
Elena Casero es uno de esos beneficios de la red, surgida de la relación
entre entusiastas escritores que llevan años con su labor de escritura y su
descubrimiento de las nuevas tecnologías, vía blogs, consecuencia de lo cual
pasa a la publicación en papel para ampliar el horizonte de lectores. De lo
cual nos alegramos enormemente. Ya os la presentamos con su estupenda novela
negra Tribulaciones
de un sicario (2009).
Llega de
nuevo a los estantes de las librerías con una recopilación de relatos cortos
que calificamos casi de excéntricos. Discordancias es lo último de
Casero, en la editorial Talentura. El relato corto es una fase por la que el
escritor acaba pasando, ya sea como iniciación, ya como intento de nuevos
formatos después de la novela larga.
Dice la
autora que “sus sueños se van cumpliendo poco a poco” a través de la
escritura. “Un espacio solitario donde acudimos los que gustamos de cierta
soledad”, aunque le advierto a Casero que sola del todo no está, sus
lectores comparten ese su espacio expresivo.
Diecinueve
relatos componen Discordancias, de diferentes grosores más o menos
ásperos, y ambibalencias humorísticas un tanto disparatadas. Las complicadas
relaciones de pareja, accidentes o asesinatos macabros en barrios pobres,
intentos de suicidio, ciencia ficción en la mente de un hombre enamorado de una
melena negra, la vejez y las películas de vaqueros, un homenaje a Benedetti de
lo más peliculero, en realidad todos los relatos tienen mucho de cine, ahí está
el que cierra el volumen, Bodas de plata, dedicado a la urbe más
cinematográfica, Nueva York.
Elena Casero
mantiene un pulso controlado y eficaz sobre los instrumentos del relato corto,
controlando la esfera visual necesaria en este tipo de escrituras. Y lo hace
como introduciéndonos en una pequeña toma de una historia más grande. Cada
relato es una ventana perteneciente a otro interior. Historias que la escritora
valenciana podría continuar, incluso, en otro volumen.
Cuentos que,
deduzco, contienen obsesiones personales, como toda obra de escritor. Quizá
pequeños sueños convertidos en muestras poéticas por escrito. Julio Cortazar
decía que “el génesis del cuento y el poema es el mismo, nace de un
repentino extrañamiento”. En los cortos de Casero la eficacia y el sentido
de esos pequeños recortes contienen muchos de los valores que dan carácter al
poema (o al jazz, seguimos parafraseando a Cortazar: la tensión, el ritmo, la
pulsación interna, lo imprevisto dentro de los parámetros previstos).Está claro
al leer todos los relatos contenidos en Discordancias que cada uno es
diferente al anterior y al posterior, tocados todos con una cierta sorpresa,
dotados, a su vez, de cierto surrealismo. Pero si hay algo que tienen en común
es la elegante prosa, delineada con ganas de mantener un nivel que se aleje del
facilón storyteller.
Un
entretenimiento elegante y recomendable para paladares exigentes.
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Publicado por Jesus Esnaola
Después de tres novelas, la escritora Elena Casero nos
ofrece en “Discordancias”, de la mano de la editorial Talentura, diecinueve
cuentos que giran en torno a la soledad. Pero a una soledad entendida de un
modo muy particular.
Son relatos de corte realista cuyos protagonistas se
ven en una encrucijada, personajes a los que una circunstancia discordante los
coloca en una encrucijada. Los personajes que pueblan “Discordancias” no están
solos pero, un día, se descubren solos. Este descubrimiento y lo que harán para
afrontarlo son el motor de las historias que Elena Casero desgrana con una
prosa sencilla, desprovista de todo artificio y adorno que no contribuya al fin
último que la autora persigue: contar una historia. Tal vez esta última
observación parezca una perogrullada, pero no lo es tanto. Conseguir esa
invisibilidad del autor debería ser obligado y, por desgracia, no es demasiado
frecuente.
Así, página a página, nos encontramos con parejas que
se descubren incompatibles en un viaje de aniversario, suicidas fastidiosos que
solo buscan hacer daño al otro, indigentes que no renuncian a recrear un pasado
tan increíble como glorioso, dueñas de secretos, recuerdos fantasmales
encerrados en objetos familiares, melenas añoradas… y un buen puñado de muertos,
en una muerte que tiene más de huida que de solución, más de punto seguido que
de punto final. Los cuentos de Elena Casero se balancean sobre la tragedia más
descarnada sin dejarnos caer en ella gracias a las gotas de humor que va
dejando a lo largo de todas sus narraciones. Un humor que lejos de pretender
hacernos reír, cumple la misma función que el engaño cuando intentas meter en
la boca de un niño pequeño una cucharada de puré de espinacas. Así, nos saca
esa sonrisa que permite que aceptemos la tragedia y el drama con un punto de
diversión, por terrible que sea lo narrado.
Como ocurre siempre con los libros de cuentos, hay
ciertos altibajos en el resultado si los contemplamos de forma individualizada.
Sin embargo, confieso que son muchos más los que me han gustado, mucho además,
que los que me han parecido más flojos. En realidad, tan solo “El jinete” me
parece un cuento fallido por evidente y lineal, pese a las dos líneas
narrativas que recorren el cuento en paralelo y tampoco acabo de entrar en el
juego que me plantea “Recuerdos a Benedetti”. Por otro lado, me parecen
excelentes “Tu melena negra” (ejemplar paranoia como huida de la realidad que
solo el protagonista no quiere ver), “Inconvenientes del matrimonio”, el mejor
cuento del libro para mí (no veo más que aciertos en cada línea), el fabuloso
(y un tanto surrealista) "El camino del Cielo", “Una llamada a
deshora” con elemento fantástico sobrevolando sin acabar de aterrizar, “Bodas
de plata” con su viaje de celebración y descubrimiento, o “Isolina” un cuento
de navidad muy tierno. Ah, y me olvidaba del excelente “La niña Flora” con
reminiscencias de David Lynch y donde el humor brilla por su ausencia dando
paso a una desazón de pesadilla. Por citar unos pocos.
En resumen, “Discordancias” me ha parecido un libro de
relatos muy apreciable de una autora que se ha resistido a publicar cuento, por
el respeto que el género le daba, y que espero que los amantes del relato
hayamos ganado para la causa.
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Reseña de Justo Serna
Dolor, horror y humor. Leo Discordancias (2011),
de Elena Casero. Es un libro de relatos publicado
por Talentura. Repito: Talentura, rótulo quizá extravagante
para un editor. No importa. Aceptemos la referencia y la acepción de esa
mezcla: el
talento y la calentura. Justamente eso es
lo que hay en el volumen de Elena Casero: excitación y fiebre, por un lado; y
virtudes y recursos, por otro. En pocas palabras: ilusión con talento, en
efecto.
No pongo reparo alguno a lo que he leído, relatos
que pasan en el firmamento y en la tierra. O en el purgatorio, ese lugar en
donde precisamente muchos esperan purgándose antes de entrar en el cielo. Son
cuentos sobre la vida cotidiana y matrimonial, sobre el sexo y el sexo de los
ángeles. En esta obra hay palabras, pero también hay muchos silencios y
elipsis. Al igual que el cine o en el cine mudo. ¿Cómo se puede observar lo
ordinario relatándolo con esa precisión?
Me maravilla la modestia de unas historias que
detallan problemas o apetitos muy corrientes: el amor, los celos, la inquina,
la violencia, la cursilería o las ganas de joder (entiéndase esto último en el
sentido recto de la expresión).
No sé si llegará a ustedes este libro. Si pueden,
no se lo pierdan. Como lector no le pongo peros. O sí, otra vez el rótulo: lo
que menos me gusta del volumen es el título, pues discordancias es una
palabra demasiado culta y rebuscada.
Pero, ah amigos, lo que cuenta es el interior,
nunca mejor dicho (si me permiten indicarlo así). Me sorprende la capacidad de
narrar: el relato generoso. ¿Cómo es posible que algunas personas tengan esa
virtud y además la apliquen sin esfuerzo aparente? Yo no estoy dotado para
ello. Para contar cuentos, quiero decir. No tengo paciencia para inventarme las
cosas. Y si lo intento me veo forzado y poco natural.
En el libro de Elena Casero, el pequeño detalle lo
es todo y la última frase confirma el hallazgo del relato, la sorpresa. Sin
trampas, eso sí. Hay gran habilidad y capacidad, maestría en el manejo
del punto de vista y una prosa muy dotada. Cuando hallamos un tópico expresivo
no se debe a la escritora, sino al narrador que nos cuenta las cosas, que nos
precisa los datos. Puede ser en primera persona. O puede ser en tercera: eso
sí, con el punto de vista o perspectiva de este o de aquel personaje, al que a
la postre le perdonamos todo.
Me ha hecho ilusión poder leer este libro…
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Ed. Talentura, 2011.
157 páginas.
El relato
corto goza de buena salud y como muestra, valga este libro que reúne 19 que van
desde la media página hasta las veinte, el más largo. Ha sido lo primero que
leo de Elena Casero, escritora valenciana (1954) que posee tres novelas
publicadas con anterioridad y aborda ahora el género breve.
Enseguida llama la atención su prosa, culta y sencilla, suelta, limpia de
adverbios, sin abusar de adjetivos, con ritmo, que se adapta bien a situaciones
trágicas, humorísticas, o incluso fantásticas, algo que genera de inmediato una
buena disposición del lector hacia las historias que nos cuenta. Éstas, en
general, resultan imaginativas, mordaces, con cabida para la ironía y la
reflexión desde la lucidez y el escepticismo.
La mayoría de los relatos están contados en primera persona, ya sea hombre o mujer, y aunque resultan adecuados a todos los lectores, la temática que se aborda gira en torno a las preocupaciones de las féminas en su vida cotidiana. La incomunicación o ignorancia del otro en las parejas estables, la convivencia por inercia como fuente de insatisfacción hasta que algo, en apariencia nimio, puede hacer que salte por el aire.
La muerte es otro asunto que sobrevuela en el imaginario de Elena Casero. Destaco el relato “Teoría del suicidio”, en el que a partir del aforismo de Cioran –vivir es ir perdiendo terreno- la autora construye un cuento intenso, tal vez el mejor del conjunto, introspectivo, con hondura de pensamiento, sobre la felicidad, la infelicidad y sobre la lógica de las bondades del suicidio, decisión personal de la que no hay que dar cuenta a nadie.
“El pañuelo de hilo”, relato de media página que consigue el efecto de una bofetada en pleno rostro, refleja la crueldad humana y las contradicciones derivadas de nuestra sensibilidad. En “La niña Flora” un narrador masculino recrea su primera visita a un burdel. Entre metáforas poéticas y realidad de bragueta, la autora, con osadía, se mete en el interior de los sueños varoniles. En “Lentejuelas y carmín”, segunda parte más lograda de “La mancha”, nos describe la sensación de irrealidad que llega cuando se comprende el sinsentido de una vida junto a los que creías tuyos y muestra que la nostalgia, de madre o de cariño, puede provocar insospechadas afinidades afectivas.
Estamos ante un libro variado y sutil, que no decepciona y una autora, Elena Casero que, con él, abre expectativas positivas respecto a su futuro literario.
La mayoría de los relatos están contados en primera persona, ya sea hombre o mujer, y aunque resultan adecuados a todos los lectores, la temática que se aborda gira en torno a las preocupaciones de las féminas en su vida cotidiana. La incomunicación o ignorancia del otro en las parejas estables, la convivencia por inercia como fuente de insatisfacción hasta que algo, en apariencia nimio, puede hacer que salte por el aire.
La muerte es otro asunto que sobrevuela en el imaginario de Elena Casero. Destaco el relato “Teoría del suicidio”, en el que a partir del aforismo de Cioran –vivir es ir perdiendo terreno- la autora construye un cuento intenso, tal vez el mejor del conjunto, introspectivo, con hondura de pensamiento, sobre la felicidad, la infelicidad y sobre la lógica de las bondades del suicidio, decisión personal de la que no hay que dar cuenta a nadie.
“El pañuelo de hilo”, relato de media página que consigue el efecto de una bofetada en pleno rostro, refleja la crueldad humana y las contradicciones derivadas de nuestra sensibilidad. En “La niña Flora” un narrador masculino recrea su primera visita a un burdel. Entre metáforas poéticas y realidad de bragueta, la autora, con osadía, se mete en el interior de los sueños varoniles. En “Lentejuelas y carmín”, segunda parte más lograda de “La mancha”, nos describe la sensación de irrealidad que llega cuando se comprende el sinsentido de una vida junto a los que creías tuyos y muestra que la nostalgia, de madre o de cariño, puede provocar insospechadas afinidades afectivas.
Estamos ante un libro variado y sutil, que no decepciona y una autora, Elena Casero que, con él, abre expectativas positivas respecto a su futuro literario.
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Reseña en Melibro
Otro nexo de unión que observamos es una abrumadora sensación de soledad,
aplastante, la soledad de la rutina, de las vidas planas, soledad muchas veces
compartida bajo el mismo techo y que es más dramática precisamente porque
podría no serlo. Mayoritariamente los relatos son protagonizados por mujeres,
mujeres de una cierta edad, que se encuentran hartas de su diario y cotidiano
vivir. Y cuya única salida creen encontrar en la huida de la vida. A veces de
la propia y a veces de la ajena.
También los hombres interpretan un papel en estas narraciones, unas veces
bajo el manto de la soledad o del desamparo, otras en el papel del otro, del
que está en casa pero como si no estuviera, de ese otro desarraigado, o de ese
indiferente, una especie de vegetal con el que la mujer que transita por el
mismo pasillo no consigue puntos de encuentro y por tanto abandona.
En general, todos estos escritos nos muestran un mundo dramáticamente
desolador: una cárcel interior de la que quieren huir, y de la que creen que
sólo la muerte les va a liberar. Sin embargo, los textos están contados de modo
absolutamente cotidiano, como si fuera algo que vemos a diario. Porque lo vemos
a diario: son esas parejas que no se hablan, esas convivencias insulsas, o esas
relaciones desesperantes o tristemente opresivas que estamos habituados a
escuchar de vecinos, parientes, a contemplar al lado, o en las noticias; a
vivir, incluso.
Todo es cotidiano, tristemente cotidiano. Lo que no es tan cotidiano son las
soluciones a las que llegan los personajes.
Es el enfoque que la autora, Elena Casero, lo que le da el toque personal,
cuyas narraciones rezuman un humor cáustico, negro, pero en algunos momentos
desternillante. Un humor sin el cual no soportaríamos seguir leyendo. Un humor
que es lo que consigue mantenernos vivos en un paisaje tan desolador como el
que sabemos que reflejan de nuestro entorno estos retazos de realidad
arrancados por la autora y presentados con una retranca y una ironía que les
hace presentables. Porque la vida sin humor resulta muy dura en algunos casos.
¿Y qué mayor discordancia es reírse de la muerte? Porque la muerte está
presente en casi todos estos relatos, pero presentada desde un punto de vista
que nos hace sonreír, en situaciones que sería para llorar. También hay otro
punto común, y son los finales. Elena Casero llega al final del relato y nos da
un sobresalto, nos deja con la boca abierta o hace que soltemos una carcajada.
Finales sorprendentes, finales abiertos. Algunos de los relatos hacen
referencia a otros, imbricándose en sus personajes. Quizás el último, Bodas
de plata, sea a su vez discordante respecto al resto, al menos en cuanto
al tema fúnebre, que no en el humorístico. Si hubiera de quedarme con alguno,
quizá el relato Una llamada a deshora sea el que me ha resultado
poderosamente sugerente. Desternillante el de Recuerdos a Benedetti.
Unos muy breves, otros más largos, el conjunto es una lectura que se hace
amena, escrita en un lenguaje muy directo, muy llano, a veces descarnado, que a
pesar de su poso amargo hace reflexionar sobre la cotidianeidad de nuestras
miserias, y produce algunos momentos de franca hilaridad discordante,
obviamente.
Elena Casero (Valencia, 1954) es una autora tardía, una
autora a la que la vida ha llevado a escribir, y lo hace siempre con un toque
de humor y retranca que la va caracterizando y dándole ya un sello personal a
sus escritos.
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Discordancias – Elena
Casero – Editorial Talentura – Noviembre de 2011 – 160 páginas
Por Miguel Baquero.
Un hombre cree reconocer en la calle, por su
inconfundible melena, a su esposa, que sin embargo ha dejado acostada en la
cama víctima de una extraña enfermedad… Una pareja llega a Nueva York para
celebrar las bodas de plata de su patrimonio y la ciudad provoca en los dos
cónyuges, que hasta aquel entonces habían estado muy unidos, sentimientos
radicalmente opuestos… Un hombre que echa de menos a sus padres muertos
fantasea con llamarlos una noche a su antiguo domicilio, que ya no existe… Una
mujer espera el ascensor y, cuando éste llega su piso y se abre, encuentra en
la cabina a su marido muerto…
Estos son algunos de los argumentos de “Discordancias”,
el volumen de relatos de la escritora valenciana Elena Casera, una autora que
hasta ahora había destacado por sus incursiones en el terreno de la novela, con
una obra tan excelente como “Tribulaciones de un sicario”. Son cuentos, como se
ve, que parten de una raíz cotidiana, de una situación a veces nimia (como la
de aquel que en un insospechado rasgo de lo que él cree distinción y clase se
deja más larga la uña del dedo meñique), pero que enseguida demostrarán tener
un gran recorrido literario. La importancia de un texto no está, o no está
tanto, en el tema que trate como en la forma en que lo haga y los matices que
acierta a sacarle, los sonidos que pueda despertar de una materia que a simple
vista parece desechable… ese parece ser el principio que ha regido este el
primer volumen de cuentos de Elena Casero: encararse con la vida y tratar de
extraer de ella todos los pequeños detalles. Quizás en eso consiste, realmente,
la literatura, no en lo que se mira sino en mirar con intención estética.
En el caso de los cuentos de “Discordancias”,
además de este, podríamos decir, factor de cotidianeidad, los relatos se
encuentran ligados porque, en el fondo de todos ellos, late el mismo tema, el
que indica el título: la discordancia. El modo cómo las relaciones (no sólo las
de pareja, sino las relaciones humanas en general) se aproximan tal vez
ineludiblemente a un punto de ruptura a partir de cual aguarda, con mayor o
menor fiereza, ese fantasma que es la soledad. Los cuentos de “Discordancias”,
abordados unas veces desde el prisma del humor, incluso del humor negro, otras
desde la fantasía y a veces desde el más directo tono trágico, son en el fondo
la constatación de una derrota, la prueba literaria de que el destino de las
personas está en acabar separándose, sonando cada una por separado y en
disonancia; incluso cuando la relación logra mantenerse estable, el tiempo y su
negra compañera acaban por desbaratarlo todo. Al final, nos encontramos solos y
no nos queda otro remedio sino hacernos a la idea, esa parece ser la conclusión
final de este volumen de relatos.
Sin embargo, y por supuesto, siempre nos quedara
el camino recorrido. En el caso de “Discordancias”, la lectura de diecinueve
cuentos, muchos de ellos de alta calidad; una lectura ágil, favorecida por un
estilo fresco, cuidado con ese exquisito gusto que hace que la prosa parezca
espontánea y fácil, muy contraria a la sucesión de alardes y virtuosismos
gratuitos. Un terreno, este del estilo, donde se aprecia indudablemente la
experiencia y el oficio de una escritora de novelas, de muy buenas novelas, que
en esta ocasión se ha trasladado al cuento.
Después de la magnífica Tribulaciones de un
sicario, la escritora valenciana Elena Casero aborda el
terreno del cuento con Discordancias, una colección de 19
relatos que tienen como punto de cohesión, según el propio título indica, las
discordancias, las desavenencias, los distintos y numerosos puntos de fricción
que tienen lugar en una relación humana. Desde los matrimonios que acaban más o
menos trágicamente, a las infidelidades, a las constataciones súbitas de que
una pareja se ha agotado…
El factor de calidad de esta colección de
relatos, junto con su elaborado estilo y la frescura de su prosa ya demostrada
en anteriores novelas de la autora, es la perfecta coordinación entre fondo y
forma del relato, entre la historia que se quiere contar y el modo en que se
cuenta. No nos encontramos con diecinueve relatos narrados en el mismo tono,
sea este trágico o desilusionado, seco o rico en detalles, sino que cada cuento
en sí mismo marca sus propias reglas conforme a la historia que va a narrar, se
adecua con una gran facilidad al contenido. Así, sobre ciertos relatos planea
la burla y el sarcasmo incluso en el nombre de los protagonistas, y al fondo de
otros aguarda una tragedia desoladora contada con un estilo severo y lacerante.
Entre los relatos de un humor más sardónico, y en
ocasiones próximo al negro, encontramos “Una fiera en el páramo”, donde la
crisis en la relación viene provocada por algo tan nimio y ridículo visto desde
fuera, pero en la realidad tan determinante y rotundo como el hecho de que uno de
los protagonistas ronque. En otro cuento, como “Bodas de plata”, asistimos con
una sonrisa creciente al desencuentro de una pareja en el momento mismo de
cumplir el tan soñado viaje a Nueva York y encontrarse ante una ciudad que a
uno de los miembros le supera mientras que al otro le excita. Entre los cuentos
trágicos encontramos varios en los que late la idea recurrente del suicidio, o
la locura cuando el protagonista cree ver en una mujer que encuentra por la
calle la sombra de su esposa que en ese momento se encuentra recluida en casa
víctima de una enfermedad… Y en un terreno podríamos decir neutral, o
descarnado, hay cuentos también en que los hechos se exponen sin entrar a
juzgar sobre ellos y en los que en el tono del narrador no se advierte ningún parecer,
como el impresionante, magnífico relato “Las puertas del cielo” en el que la
protagonista, que aguarda el ascensor, cuando éste finalmente llega y las
puertas se abren encuentra a su marido muerto en el suelo de la cabina…
El conjunto de todos estos cuentos compone un
volumen de alta calidad literaria y sobre todo muy propicio a la sorpresa,
desde el momento en que el lector, al iniciar cada relato, no sabe exactamente
con qué se va a encontrar ni qué le aguarda conforme avance la narración. Un libro,
en resumen, escrito con el noble afán de proporcionar un estupendo rato de
lectura al tiempo que, en determinados puntos, nos hace reflexionar sobre la
naturaleza de nuestras relaciones (sean de pareja o sean simplemente humanas) y
si en el fondo no estarán todas abocadas a fracasar, a discordar al cabo,
condenándonos sin remisión a un rumbo solitario.
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Reseña de Miguel Sanfeliu
Elena Casero es autora de
las novelas Tribulaciones de un sicario,
Demasiado tarde y Tango sin memoria. No se trata de una
recién llegada, sino de una escritora con una trayectoria bien definida, una de
esas autoras que va dejándose la piel en cada uno de sus libros, configurando
una voz propia y un mundo personal que resulta cercano aunque nos sorprenda contemplarlo
a través de su mirada, como si lo descubriéramos de nuevo. Y esa capacidad de
enfocar las cosas de un modo diferente, su preocupación por las historias
cotidianas, por las tragedias que nos rodean, y su humor afilado, son quizá los
rasgos más destacables de su nuevo libro, una colección de relatos reunidos
bajo el sugestivo título de Discordancias.
Historias mínimas de una
intensidad indiscutible. Pocas páginas para exponer un dilema, una tragedia. No
necesita más para plantearnos dramas y miserias de una sociedad marcada por la
incomunicación y la soledad. Personajes aprisionados en sí mismos y a los que
les gustaría huir, de un modo impulsivo, sin destino planificado, huir sin más.
La existencia como una falta de armonía bien con el entorno, bien con la
pareja. Encontramos a un hombre que cuida a su esposa enferma y, a la vez, cree
verla por la calle; una mujer que se suicida para hacer sufrir a su marido,
aunque las cosas no saldrán como ella había planeado; o esos cónyuges que
viajan a New York en sus bodas de plata y descubren lo diferentes que son el
uno del otro. Una esposa puede abandonar a su pareja bien porque ronca o porque
se deja crecer la uña del dedo meñique, pues son a veces los pequeños detalles
los que ponen en evidencia que la relación se ha deteriorado. Pero ese
deterioro puede producirse también con la propia realidad o con otras personas.
Así, encontramos también a un vagabundo que pretende revivir su momento de
gloria, a un hombre que desea hablar por teléfono con su madre muerta, a un
ladrón empeñado en reproducir una fantasía basada en la lectura de un relato, a
un hombre que recrimina en los personajes de una película la misma actitud que
él está teniendo sin ser consciente de ello, o a una prostituta que celebra la
Navidad con un desconocido. Existencias resquebrajadas, seres que se
encuentran, de pronto, en un lugar en el que no quieren estar. Momentos de
balance, de decisiones difíciles, de huidas... No es extraño que el suicidio
tenga un papel bastante relevante a lo largo del libro, incluso es protagonista
absoluto del cuento titulado Teoría del
suicidio.
Sin embargo, no estamos ante
un libro trágico, ya que uno de los rasgos del estilo de Elena Casero es su
fino humor, el toque irónico con el que remata algunos de los cuentos, el
distanciamiento con el que huye de cualquier afectación. Un estilo limpio y
dinámico que nos introduce en sus historias de golpe, a menudo con un principio
sorprendente que despierta nuestra curiosidad desde la primera frase. Un libro
de relatos de una calidad muy alta, como evidencian La dueña del secreto, El
jinete, Isolda, Su mejor salto o Bodas de plata, por citar algunos de ellos. Incluso hay tres
historias en las que he creído identificar una secuencia común: La mancha, Manos y Lentejuelas y carmín.
Personajes y situaciones que conforman un particular catálogo de existencias
desubicadas, de tragedias íntimas y cotidianas, de esas que se ocultan detrás
de las puertas y de las que, en algunos casos, es imposible huir.
Discordancias es un libro que atrapa al
lector con su curiosidad por asomarse al lado más asfixiante de la realidad, a
existencias insatisfechas y rendidas, con una mirada aguda y un humor incisivo.
Un conjunto de relatos compacto, que conforma un escenario reconocible y unos
personajes bien definidos. Un libro de los que deben recomendarse. Espero que
consiga abrirse camino y sean muchos los lectores que disfruten de su lectura.
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Reseña de Inma Ruiz
Discordancias es un libro
de diecinueve relatos en el que la corriente de fondo, de manera evidente o
solapada, es la incomunicación. En la pareja, en la familia, entre los amigos
del barrio, en el entorno. Una incomunicación hoy día alarmante, por o a pesar
de todas las nuevas tecnologías. Vidas discordes, sentimientos y pensamientos
discordantes entre quienes tienen una relación cotidiana o meramente
accidental. No creo que el libro trate de la soledad, más que de una manera
tangencial, -salvo en el caso del relato titulado Isolina,
extremecedoramente conmovedor, pero donde también bulle la incomprensión-, sino
de esa discordancia permanente entre las personas, el desconocimiento del
"otro".
Hay en su fondo un deseo de comunicación que va más allá de la muerte, como en Una llamada a deshora o Inconveniencias del matrimonio. O de comunicación con el escritor, con Ciorán en este caso y sus aforismos: "Vivo únicamente porque puedo morir cuando quiera: sin la idea del suicidio, hace tiempo que me hubiera matado"; una comunicación imposible, dado que solo queda "interpretar" al otro.
La muerte de lo ajeno como liberación, la separación como liberación.
El libro me parece también una defensa a ultranza del individuo, -aislado en su interior en el entorno de la vida en pareja, o social, inmerso en situaciones cotidianas que, a grandes rasgos nos resultan familiares, de dolor, enfermedad, mutismo, abandono, soledad, suicidio, muerte, de ironía y sonrisas también, de ideas preconcebidas sobre el otro, sorpresa al descubrir que no conocemos a quienes nos rodean, etc.
A través de la fluidez del discurso narrativo todo discurre como si de una conversación amable con el lector se tratase, bajo un lenguaje preciso y positivo que sirve para contrarrestar la dureza de todos estos temas y hace posible una lectura incluso ligera y agradable; aliñada, además, con desenlaces abruptos, agridulces, capaces de arrancarte una cómplice sonrisa.
Como en todo comentario no demasiado extenso, quedan muchos otros aspectos por descubrir. Os recomiendo que disfrutéis del libro.
Hay en su fondo un deseo de comunicación que va más allá de la muerte, como en Una llamada a deshora o Inconveniencias del matrimonio. O de comunicación con el escritor, con Ciorán en este caso y sus aforismos: "Vivo únicamente porque puedo morir cuando quiera: sin la idea del suicidio, hace tiempo que me hubiera matado"; una comunicación imposible, dado que solo queda "interpretar" al otro.
La muerte de lo ajeno como liberación, la separación como liberación.
El libro me parece también una defensa a ultranza del individuo, -aislado en su interior en el entorno de la vida en pareja, o social, inmerso en situaciones cotidianas que, a grandes rasgos nos resultan familiares, de dolor, enfermedad, mutismo, abandono, soledad, suicidio, muerte, de ironía y sonrisas también, de ideas preconcebidas sobre el otro, sorpresa al descubrir que no conocemos a quienes nos rodean, etc.
A través de la fluidez del discurso narrativo todo discurre como si de una conversación amable con el lector se tratase, bajo un lenguaje preciso y positivo que sirve para contrarrestar la dureza de todos estos temas y hace posible una lectura incluso ligera y agradable; aliñada, además, con desenlaces abruptos, agridulces, capaces de arrancarte una cómplice sonrisa.
Como en todo comentario no demasiado extenso, quedan muchos otros aspectos por descubrir. Os recomiendo que disfrutéis del libro.
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Reseña de Rosana Alonso
Acabo de leer Discordancias,
el primer libro de relatos de Elena Casero editado,
al igual que sus novelas, en Talentura (antes
Policarbonados). Sé que Elena tenía sus dudas y angustias (como todos
cuando damos a conocer nuestro trabajo) respecto a su libro de relatos, porque
ella hasta ahora había escrito novela (yo he leído Tribulaciones de un
sicario una novela divertida pero seria, realista pero surrealista al
estilo de Eduardo Mendoza) y son géneros muy diferentes.
Después de haberlo leído solo me queda tranquilizar a Elena. Es un libro
que se lee a gusto, que no cansa. Siempre digo que es difícil escribir fácil y
es cierto. Me gusta la escritura concisa de Elena, es una escritura
sobria pero que no deja de utilizar imágenes, metáforas y comparaciones pero de
una forma discreta, con esa ausencia que una agradece del autor, solo queda el
narrador, sin afán de presumir ni la intención de demostrar nada; solo el deseo
y la necesidad de contar historias.
Las historias de Discordancias
son fundamentalmente reales (y sobre todo tratan el tema de las parejas), pero
están teñidas en unos casos de humor negro, en otros de surrealismo y en
otros de la ternura y compasión que se nota que Elena siente por
sus personajes (hasta los más miserables).
Hay relatos que me han
recordado a mis películas favoritas del cine neorrealista italiano (y a
algunas de Giuseppe Tornatore como Cinema Paradiso) como
Ladrón de bicicletas o Milagro en Milán (esta última por el
hecho de que ocurra algo que hace que los protagonistas recuperen la esperanza,
o al menos la esperanza en algunos seres humanos). Se nota la pericia y
la experiencia de Elena al escribir, son historias bien armadas, con
personajes creíbles y buen oído para los diálogos (no hay nada peor que un
diálogo impostado). Como no quiero hacer spoiler ni evitaros el gusto de
descubrir las historias que os esperan en Discordancias, solo voy a
nombrar mis favoritas y por qué lo son sin desvelar las tramas.
Inconvenientes
del matrimonio
Una historia desoladora
que a través de las actitudes de los dos personajes, muestra que incomunicados
podemos llegar a estar, y que absurdo esconden la inercia de las rutinas.
Una
noche en el páramo
Asistimos
a la noche de soledad e insomnio del protagonista. Una característica de
los personajes femeninos de Elena es que son activos, toman decisiones,
cambian, dan volantazos en sus trayectorias. Los masculinos, sin embargo,
suelen ser pasivos, renuentes a los cambios, esclavos de sus rutinas y miedos.
Una
llamada a deshora
Relato que se adentra
en lo fantástico y de final abierto y varias lecturas.
El
jinete
Crítica acerada de
cómo es más fácil ver las miserias ajenas que las propias.
Recuerdos
a Benedetti
Un relato divertido,
mordaz y surrealista.
Teoría
del suicidio
Relato muy bien armado
que deja una esperanza y una incógnita para el final
y que creo
que habla de la única cosa que puede hacer más amable este trayecto que
llamamos vida.
El
pañuelo de hilo
Microrrelato
de tono costumbrista, irónico y mordaz y que además fue finalista
de ReC.
Isolina
Este es uno de los
relatos que me recuerda al neorrealismo italiano. Historia de dos soledades que
se acompañan fugazmente una noche.
La
niña Flora
Al
igual que Llamada a deshora, de lo realista fluctúa a lo imaginario y
casi propio de las pesadillas.
Su
mejor salto
O nunca se sabe…
El
rastro de ceniza
Breve, mordaz y
divertido
Ahora nombro una serie
de relatos que de una forma que me ha parecido muy original tienen un
hilo conductor común, más evidente en unos (La mancha, Lentejuelas y
carmín con protagonista compartido en ambos) y más sutil en otros (Manos,
El camino del cielo-me ha gustado mucho este relato tan breve, yo
diría microrrelato- y El picardías rojo).
Por último, me ha
parecido una manera muy buena de cerrar el libro el relato Bodas de
plata. Está muy bien escrito, con el oído de Elena para las
conversaciones cotidianas, para mostrar que no decir lo que ocultan las
actitudes de sus personajes, el hastío, las rutinas y el suceso que rompe
lo previsible y crea un final amable y divertido. Con ese personaje
masculino de Lorenzo, tan español y tan patético.
Reseña de Sherezade
Sherezade
Corre
el sofocante último verano en esta Córdoba del cono sur que habito, cuando la
escritora española Elena Casero me hace un regalo. Aquél mágico, especular, que
es el más preciado para mí: un libro. Elena Casero me obsequia su libro de
cuentos “Discordancias”, editado por Talentura.
Discordancias,
que debió atravesar el Atlántico para llegar a mis manos, es el Atlántico.
Tempestuoso por su contenido, bello por su prosa limpia. Puesto que me confirma
en mi vocación lectora, lo juzgo
imprescindible.
Como
una Sherezade del siglo XXI, Elena Casero escribió un libro de cuentos que es
todos los libros de cuentos, donde los personajes somos nosotros. Los que
fuimos, los que vamos a ser, los que podríamos o quisiéramos haber sido. Logra
que el lector se sienta inconmensurable como el Atlántico; se adivine impar,
peligroso, rechazado como un monstruo marino, se reconozca predecible como sus corrientes y, sin
embargo, también una maravilla imprevisible y evanescente como los reflejos de
la espuma de su oleaje.
Discordancias
está compuesto por diecinueve cuentos, diecinueve ficciones cuya función es
interpelar. Aquí está el arte de narrar, en la cuidada construcción de estos
diecinueve laberintos levantados para perdernos hasta dar con nuestras
debilidades: “…será mejor dejar salir un porqué detrás de otro antes de que me
arrastren en su corriente y me ahogue en mi propia angustia”. Laberintos que se
yerguen, incluso, para hacer blanco en el afuera, en el paisaje que aún
compartido cada cual ve a su modo. “Un bar donde la gente va a ahogarse en
alcohol y vomitar el dolor en una esquina. Así noche tras noche, día tras día
hasta que en uno de los vómitos el corazón es arrastrado por la bilis”.
Desde
luego y como el espejo de vida que es y del que hablábamos al comenzar esta
breve reseña, en Discordancias hay lugar para la ironía fina y el humor, quizá
amargo, pero humor al fin: “¡Cuán imbéciles somos los hombres al creer que, con
al edad, ya tenemos derecho a titularnos como especialistas!”
Diecinueve
argumentos que, tanto en clave realista como fantástica, son el argumento del
discurrir humano.
Propongo
un juego, con los ojos cerrados imaginemos un cielo nocturno, un claro en un
bosque y un fuego. Imaginémonos junto a otros, en cuclillas, dispuestos en rueda
alrededor del fuego. Una sencilla piel curtida cubre nuestra desnudez. La piel
nos protege del frío, el fuego de la oscuridad y algunos amuletos tallados en
cobre, hueso o marfil, de los demonios hostiles. La voz del anciano narrador de
historias es, sin embargo, la mejor protección. Esa voz, la única que
perfora la noche, nos resguarda de nosotros mismos.
Abro
los ojos. “Cada vez que la veo sentada en el borde del sofá, con las manos
cruzadas sobre el regazo en actitud de que el mundo la consuele…” La primera
frase del primer cuento de Discordancias alza vuelo.
Hay cosas en el mundo que parecen no
concordar y, a poco que nos fijemos, resulta que laten a un ritmo
diferente. Se desarrollan ajenas a una lógica que no es la predominante.
Suceden a pesar de y por lo cotidiano. Constituyen una parte de la
realidad y ocupan una dimensión recóndita. Pero existen. O como dijo
Galileo, pero giran. Así Elena Casero nos presenta estos relatos con el
nombre de Discordancias. Relatos sobre la distorsión, sobre la
disyunción, sobre la divergencia. Son diecinueve relatos bajo unas
premisas similares. Algunos de ellos me han parecido bastante potentes,
especialmente Inconvenientes del matrimonio, El jinete, Recuerdos a Benedetti, Su mejor salto y El picardías rojo. Pero vayamos al principio.
Tu melena negra es una
extraña historia sobre la catatonia aparente de una mujer. A mi modo de
ver, a pesar de su previsibilidad, resulta divertida por el juego que
nos plantea la realidad de la catatónica y el discurrir mental de su
pareja. Al final, parece, que la discordancia está en un zapato.
El tema de las relaciones dentro de
la pareja, así como de las relaciones sexuales, va a ser recurrente en
el libro tal y como veremos. Inconvenientes del matrimonio, uno
de mis favoritos, plantea el suicidio por aburrimiento y la posibilidad
de un reencuentro en el purgatorio. Todo por un objeto discordante que
resulta ser una urna funeraria. También la muerte, el asesinato, el
suicidio son temas que van apareciendo a lo largo del libro.
En Una noche en el páramo, de
nuevo, las relaciones de pareja. Aquí la discordancia la provoca algo
tan común a muchas conversaciones sobre el otro como es el ronquido. Y
el ronquido acaba llevándonos al principio de todo, al espermatozoide.
En Una llamada a deshora,
relato surrealista, nos encontramos ante una llamada telefónica
aparentemente imposible a un padre que ha fallecido. ¿Qué opinarían los
médiums si les dejaran sin negocio? De nuevo el binomio
muerte-relaciones familiares.
En El jinete, otro de mis
favoritos, un tipo enfrascado en las novelas del oeste, a semejanza de
Alonso Quijano en sus novelas de caballerías, deja de percibir la
realidad. El relato resulta ser un claro homenaje a la novela en español
más universal.
Recuerdos a Benedetti es otro
de los relatos potentes en el que se nos plantea la relación entre un
hurto y el autor sudamericano. Y, aunque, la relación es remota, parece
más que cierto que existe. Un relato que nos aproxima al humor negro que
de vez en cuando va apareciendo a lo largo del libro.
En Teoría del suicidio. Otra
vez la muerte y la figura del suicida. En este caso somos testigos del
cazador cazado o del suicida que acaba convirtiéndose en observador de
un suicidio. Una vuelta de tuerca que tras su aparente hilaridad acaba
descubriendo de nuevo ese refinado humor negro de Elena Casero.
Algunos relatos como El pañuelo de hilo, El rastro de ceniza e Isolina
son tan breves que apenas puedo contar algo sin destripar el argumento.
En el último aparece el tema de la prostitución relacionado con la
Navidad y la vida fallida. Ese mismo tema de la prostitución da pie a La niña Flora. Prostitución y obsesión compulsiva o discordancia prostitutiva.
Su mejor salto es otro buen
relato que relaciona bien dos mundos muy distintos, el de la competición
deportiva, probablemente como compendio del mundo en el que vivimos:
capitalismo, competitividad… Y, al mismo tiempo, el de la absoluta
pobreza. Y ambos mundos parecen, paradójicamente, unirse en un instante
de aciago final. Todo ello con unas gotas más de humor casi fúnebre.
La mancha aborda el tema de
los malos tratos y de una mujer que pretende marcharse de casa. Manos
también aborda el tema de los abusos desde la perspectiva de la
violación y de una mujer que, como la anterior, tiene su voluntad
quebrada.
Los dos últimas historias: El picardías rojo, otro buen relato, y Bodas de plata
ahondan en la pareja. En el primer caso por culpa o, a causa, de una
uña; en el segundo la particular forma en la que una mujer celebra sus
veinticinco años de casada.
Discordancias como motivo de
contemplación de una realidad anómala. Primer libro de relatos de Elena
Casero, tras la novela Tribulaciones de un sicario, con algunos relatos
destacables. Para relacionar humor negro, relaciones de pareja y muerte.
Bonita combinación. ¿Alguien lo duda?
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