LAS DOS ADELAIDAS- RESEÑAS - PRESENTACIONES - FOTOS

 


Reseña de Eva Monzón

Elena Casero, con la sensibilidad que le caracteriza, escribe una historia de historias. 

Las dos Adelaidas es una novela con una estructura de cajas, como esas muñecas Matrioskas rusas donde una cabe dentro de otra, siendo muchas en una sola.

Juega con la memoria, las de sus protagonistas, todas mujeres, y juega con la realidad: la que se vive y la que se cuenta uno para seguir viviendo.  

Todas ellas se agrupan alrededor de la madre, el eje. 

La narradora es una de las hijas, la que vive cerca, la que no se marchó a Australia, la que se siente atrapada y le tiene algo de rencor por haberse ido.

El hilo de la trama, el que despliega los recuerdos, es la enfermedad de la madre, que al llevarla al olvido, paradójicamente, hace que los recuerdos afloren, que la narradora quiera saber y recuerde asimismo su propia vida.

Es una historia hecha de espejos que reflejan esos pasados. Elena consigue que el tiempo fluya y a la vez, se detenga, lo hace a través de estas mujeres; consigue mostrar varios planos de realidad: la que fue y las hijas van leyendo en las libretas que escribió la madre; la que la hija narradora desea conocer y le pregunta antes de que pierda su memoria del todo,  y la que ella misma recupera de su infancia. Todo mientras la vida va sucediendo.

La enfermedad de la madre le lleva a vivir en el pasado creando situaciones inquietantes, como creer hablar con Franco, o ver al marido muerto. Ella habla desde el olvido y desde lo que fue su presente por medio de las libretas que escribió de joven. 

Con lo escrito, las hijas, las dos Adelaidas,  recrearán su vida, la que no sabían que tuvo, sabrán cómo era vivir en la dictadura, cómo su madre fue más de lo que parece, saben de su familia, dan vida real a las fotos, recuperan lo que jamás sabían que perdieron: su identidad, de quienes vienen. 

Además de las hijas, está Berta, la cuidadora, que aporta equilibrio y su modo de mirar las cosas, que consigue que todo fluya.

La novela nos abre el pasado haciéndolo presente y el presente arraigándolo en el pasado. 

Todos sus personajes evolucionan a partir de esos recuerdos ignorados, antes de que el olvido se los lleve para siempre.

Leer esas historias, leer Las dos Adelaidas, nos adentra en las raíces de estas mujeres y nos hace querer indagar en las nuestras.

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 Reseña de Julia Otxoa.


La estoy leyendo, devorando más bien, es una novela extraordinaria, excelente escritura en su argumento ,en su desarrollo, en la palpitante descripción de sus personajes que nos parece sentir respirar a nuestro lado, el ritmo de las historias entrecruzadas muy bien llevado.Habla de historias familiares contadas por mujeres pero a la vez ,de la otra historia en la que han vivido ,eas España negra de pobreza y miseria moral en la desigualdades, el machismo....es una novela de premio.

Las Adelaidas, es una magnífica novela, con ingredientes,en mi opinión como lectora,y sin ningún afàn de dogmatizar, esenciales, una narración que atrapa desde el primer minuto, una excelente descripción de los personajes,hasta el punto de sentirlos cercanos, eso claro está demuestra un gran don de observación del comportamiento humano,de sus luces y sombras,lo tenía Dostoievski me lo ha recordado Elena Casero en ese círculo a de personajes que rodean a una madre en su deterioro cognitivo.En este libro se entrelazan historias individuales,hermanas,padres,tíos y tías,abuelos….con esa otra historia negra de España de caciques y mujeres silenciadas de los primeros años del siglo XX .Estamos ante una novela de premio por su argumento,por su ritmo narrativo y su lenguaje ágil y preciso.Como satisfecha lectora mi enhorabuena Elena.

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Comentario de Mariano Zurdo


Ni me gusta ni sé escribir reseñas, pero sí que me apetece decir algunas cosas sobre la última novela de Elena Casero. Porque es mi amiga, por supuesto. Porque creo que es una novela muy recomendable, pues también.
Por no aburrir, no os diré todas las cosas que quiero decir de golpe. Quizás acabe haciendo una reseña al uso con todas ellas, quién sabe. Allá va la primera entrega:
“Las dos Adelaidas” es una novela de mujeres hablando de mujeres, de mujeres aprendiendo de mujeres, de mujeres cuidando de mujeres, narrada por una mujer y escrita por una mujer. Y aunque cada vez es más usual en la literatura que así sea, sigue siendo más necesario que nunca que así siga siendo. La madre de las Adelaidas lo explica muy bien en la propia novela:
"Mi vida, como la de tantas mujeres de mi generación, ha sido contada por los hombres. Ellos se han encargado de decir cómo nos debemos sentir, cómo comportarnos, cómo ser mujeres y madres. Nos obligaron a callar, a respetar y a acatar como si fuera el único servicio para el que estábamos preparadas".
Las hijas, apoyándose en fotos, en diarios y en los recuerdos que la madre va perdiendo cada vez más deprisa, van reconstruyendo una parte de la historia de su familia y de la València y la España cotidianas que vivieron sus antepasadas y que desconocían.
El olvido y la memoria pasean de la mano durante toda la novela como lo suelen hacer en la vida misma.
Otro día más.
La sinopsis la encontrarán en la web de la editorial Sargantana:
Como no suelen hacerme caso, no la leerán. Ustedes se lo pierden.

Abrazos zurdos.

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La mujer y la finca que habita tienen la misma edad y han envejecido juntas. Ella nació en 1913, y el edificio se construyó a principios del siglo XX. Llegado un momento, la mujer comienza a derrumbarse física y mentalmente, mientras el edificio se rehabilita, rejuvenece y adopta incluso mejor aspecto que tenía recién construido. La mujer, la finca y el lugar donde se encuentran, uno de los barrios valencianos que más se ha transformado durante las últimas décadas, Russafa, son los protagonistas de Las dos Adelaidas (Editorial Sargantana, 2023) sexta y última novela de Elena Casero.

La escritora valenciana aborda en este relato de autoficción una de las facetas más tristes de nuestra sociedad, el progresivo e irreversible deterioro cognitivo que sufren algunas personas mayores y cómo esas graves pérdidas afectan a su entorno familiar. Y lo hace en primera persona a través de la voz de una de las hijas de la anciana, una de las Adelaidas, la más joven y soltera, que debido a la enfermedad de su madre se ve obligada a volver a vivir con ella. Lejos de enfatizar el dramatismo de la situación, Casero ofrece mediante un lenguaje sobrio y preciso un retrato fiel de la realidad entreverado de toques de humor y de ternura. Aporta su propio grano de arena, su visión personal a un tema últimamente muy frecuentado en la literatura, ofreciendo un homenaje a los sacrificios de las mujeres de una generación pretérita obligadas a vestirse de negro cuando un pariente fallecía, que no podían ni debían quejarse, que eran «casi mártires».

"La relación entre ellas no es fácil. Ambas mujeres tienen fuerte carácter y un punto de ironía que puede resultar hiriente. Pero pronto encuentran un denominador común que las une: los ejercicios de memoria"

Ni la madre ni las hijas tienen nombre en esta historia. Una decisión que tomó la autora para representar simbólicamente la niebla que va invadiendo la mente de la madre hasta borrar la identidad de sus seres queridos. Acabará llamando Adelaida a sus dos hijas, porque ese es el nombre de la ciudad australiana donde vive la mayor con su marido y sus dos niñas pequeñas. Las dos Adelaidas que dan título al libro.

Es la pequeña ya en plena madurez, con sesenta años, la que debe responsabilizarse del cuidado de la madre en franco declive tras una estancia hospitalaria, y lo hace en principio con cierta desgana. «Al regresar junto a mi madre, mi vida cambió. Nadie te avisa de que, mientras ella se muere, te has de convertir en su madre. Nunca se lo dije porque me pareció inhumano, pero fue peor hija al principio de la enfermedad de lo que yo pude ser en la adolescencia».

"Casero reivindica la memoria matrilineal, la que se transmite a través de las mujeres, a diferencia de la que ha sido siempre dominante en los linajes"

La relación entre ellas no es fácil. Ambas mujeres tienen fuerte carácter y un punto de ironía que puede resultar hiriente. Pero pronto encuentran un denominador común que las une: los ejercicios de memoria. Con el propósito de luchar contra el olvido que amenaza a la madre a causa de los microinfartos que sufre, exhuman una caja de fotos antiguas y dos cuadernos negros con escritos maternos. Esas palabras, esas imágenes son una brújula que les permite orientarse por el pasado. «Mientras nuestra madre perdía la memoria, nosotras recuperábamos parte de la nuestra, de un pasado que nos pertenecía por herencia, pero del que sólo recibíamos destellos, hojarasca revuelta por el viento de la historia».

Surgen historias de los antepasados, como ese abuelo juerguista asiduo al Bataclán, una famosa sala de fiestas, el otro abuelo que se arruinó, y sobre todo abuelas y tías, numerosas tías con distinto perfil, porque Casero reivindica la memoria matrilineal, la que se transmite a través de las mujeres, a diferencia de la que ha sido siempre dominante en los linajes.

"La historia transcurre sobre el fondo de una ruidosa banda sonora, la cacofonía de la reforma de la finca de la que han intentado echarlas al cambiar de propietario"

«¿Por qué nunca me hablaste de la vida de nuestras antepasadas?», pregunta a su madre la hija menor. «Creo que no lo consideré necesario. Nos tocó vivir una época de pocas palabras, de silencios, de olvidos y de supervivencias. No es que tuviéramos nada que ocultar, pero había que pensar en el futuro, en el vuestro. Nuestro pasado importaba bien poco. De hecho, todas las confesiones suelen ser más un peso para los hijos que un alivio para los padres».

Berta, la amable cuidadora colombiana de dulce voz, asiste algo perpleja a esas evocaciones del pasado. «¿Qué le supone conocer todas esas historias de su mamá?», pregunta. «Me sirve para valorar aún más toda la labor callada que hicieron las mujeres que nos precedieron. Siento que, conociéndolas, les estoy haciendo un pequeño homenaje, aunque se quede entre estas cuatro paredes y a nadie le importe. Porque, ¿qué sería de nosotras si ellas no se hubieran sacrificado tanto?».

La historia transcurre sobre el fondo de una ruidosa banda sonora, la cacofonía de la reforma de la finca de la que han intentado echarlas al cambiar de propietario. El ruido como metáfora de la agresión que padecen muchos inquilinos de renta antigua, llamados despectivamente «gusanos». Los ruidos de la gentifricación. «Durante el día los golpes eran un tormento para los oídos y los nervios. Comenzaban, otra vez, a las ocho de la mañana y finalizaban a las cinco de la tarde (…) Algunos días notaba a mi madre más nerviosa que de costumbre. Se estaba haciendo más sensible a las estridencias. Y a las caricias, como si cualquier mínimo contacto en la piel le abriera una herida».

"Junto a la historia íntima y familiar, Casero recupera fragmentos del pasado que vivieron esas mujeres obligadas a ser sumisas y obedientes"

El barrio de Russafa en profunda mutación es también protagonista. El típico barrio menestral surgido sobre las huertas que pasó por una época oscura debido a la droga y a la delincuencia en los setenta y ochenta, luego fue asentamiento de inmigrantes, pero que desde finales del siglo XX renació de sus cenizas y hoy es uno de los más cool de Valencia.

Adelaida menor acompaña a su madre, cada vez más frágil, en ese viaje imaginario al pasado, mientras dan pequeños paseos por su barrio. En una ocasión tropiezan con un vecino que guarda una gran parecido con Franco y la madre aprovecha para soltarle un buen rapapolvo al confundirlo con el dictador, Bigotito, como ella lo llama, pues siempre fue de izquierdas, aunque tuvo que soportar dos dictaduras. Además del sosias del Generalísimo, otros vecinos desfilan por estas páginas, unos todavía vivos y otros ya como fantasmas.

"En su sexta novela, Casero se muestra en una faceta más íntima e introspectiva que en las anteriores, demostrando que es una escritora versátil que no se encasilla en géneros o temas concretos"

Junto a la historia íntima y familiar, Casero recupera fragmentos del pasado que vivieron esas mujeres obligadas a ser sumisas y obedientes, como el programa de Doña Elena Francis, cuyos mojigatos consejos rebelaban a su madre. O en el otro lado de la moneda, la revista El Mundo Gráfico en la que una periodista, Teresa de Escoriaza, mostraba una mentalidad más abierta. Además de la memoria familiar, Casero ha recurrido a fuentes históricas, como el ensayo de Carmen Martín Gaite Usos amorosos en la España de la postguerra.

La relación a veces tensa y abrupta de las dos Adelaidas, separadas por miles de kilómetros pero unidas por el amor a su madre y el que existe entre ellas, refleja sutilmente el cúmulo de sentimientos intensos, a veces confusos y contradictorios que se establecen entre quienes comparten la misma sangre: rivalidades, celos, envidias. El temible amor/odio.

En su sexta novela, Casero se muestra en una faceta más íntima e introspectiva que en las anteriores, demostrando que es una escritora versátil que no se encasilla en géneros o temas concretos. Ha escrito numerosos microrrelatos y desde thrillers de ambiente rural con una buena dosis de humor negro —Tribulaciones de un sicario o Donde nunca pasa nada— a una historia de intriga ambientada en un mundo que ama, el de la música, pues, además de escribir ficción, toca el clarinete y el piano: Las óperas perdidas de Francesca Scotto. Desde que se jubiló vive en Los Isidros, un pequeño pueblo cercano a Requena (Valencia), donde ha creado una biblioteca y un club de lectura.

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Reseña de Paz Monserrat Revillo en facebook

Una hija acompaña y cuida a la madre en su tramo final. Durante este trasiego de cuidados en la dirección opuesta a lo natural se pone en marcha una maquinaria hidráulica inesperada: la vida comienza a transitar a través de unos vasos comunicantes que al tiempo que vacían el reservorio de memoria de la madre llenan el de la hija. Menudo temazo.
Tras la enfermedad y la muerte de mi madre, busqué textos que se adentrasen en este tema para intentar arrojar un poco de luz a la devastación que sentía. Quería que otras mujeres me hablaran de lo que ocurre cuando la hija se convierte en madre de su propia madre. Siendo una vivencia tan importante y tan común, pensé, apenas se menciona, no hay estudios. ¿Qué pasa cuando la madre, esa referencia que es a la vez un espejo, un tótem y en muchas ocasiones una fuente de conflictos para la hija, necesita ser cuidada en su decadencia, ser acompañada en su tramo final? ¿Dónde están el manual de instrucciones? Sospecho (por mi experiencia y por mis lecturas) que la relación hija-madre es de una naturaleza aparte, que las pasiones que la pueden atravesar en ambos sentidos (lealtad, amor-odio, competencia, amor desinteresado, abandono, culpa, sacrificio, libertad versus control…) tienen tal contundencia que traspasan la piel, las vísceras y la personalidad. Ese apego feroz, como decía Vivian Gornick, tan diáfano como ambivalente. En ese momento vital cambian las ternas y se produce un movimiento sísmico en la familia que remueve relaciones fraternales, roles, secretos y recuerdos. También replantea la identidad de cada uno de sus miembros, a quienes les sobrevienen preguntas antes insospechadas: quién soy yo, quién es ella y quien fue ella antes de mí, qué significa cuidar, cómo sobrellevar ese dolor. Y para rizar el rizo, la percepción de la hija de que en unos años será ella la que esté en la situación de indefensión en la que ahora se encuentra su madre.
Todo esto nos lo ofrece Elena Casero Viana Casero en su libro Las dos Adelaidas. Y aunque el embrollo psicológico asociado a este asunto es muy complejo, ella consigue convertirlo en algo fluido, entrañable y verosímil. Y lo más difícil: con unos estupendos destellos de su sentido del humor. A través de fotografías y diarios, Elena nos lleva de la mano a contemplar el interior de tres mujeres que hablan de otras mujeres en una continuidad de muñecas rusas. Consigue una convincente simbiosis entre el paisaje exterior de la casa y el barrio (“Un sábado dócil, sin ruidos, un sábado de ropa blanca en los tendederos, de nubes chicas que salpicaban del cielo”), y el paisaje interior de la protagonista. Con las dosis exactas y terapéuticas de ternura, naturalidad y franqueza, pero sin esquivar las sombras (“Nuestra tristeza pesaba tres o cuatro toneladas”, “la escalera era un hueco de silencio, un animal en lento proceso de descomposición”). Especialmente meritorio es el tratamiento sobre la relación entre las dos hermanas (otro temazo sobre el que apenas he encontrado literatura, a destacar el delicioso cuento de Claire Keagan titulado precisamente Hermanas).
Mientras acompañamos a la protagonista en ese tiempo detenido a la fuerza por los cuidados, los secretos y el descubrimiento de toda una historia familiar, conseguimos adivinar el puzle completo. Somos testigos privilegiados del andamiaje de las relaciones, de los recelos, de las oportunidades perdidas y también de los afectos auténticos. Todo enmarcado en una época color plomo, un tiempo de corsés reales e imaginarios para las mujeres.
El acompañamiento a una madre tiene algo de despojamiento, de desnudarse a una misma y a la estructura familiar que con tanto esfuerzo se ha apuntalado. Me da la sensación de que la autora, en este libro, se desnuda ante nosotros y nos muestra de paso nuestra propia desnudez. ¡Gracias, Elena, por este libro tan delicioso!



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Reseña de Marta Navarro en el blog Cuentos Vagamundos


Dos fotografías separadas por un abismo de tiempo y desencanto, reflejo de una mujer al comienzo y  final de su vida, son el punto de partida de una historia en torno a la memoria, al pasado individual y colectivo, a la complejidad de las relaciones familiares, el miedo a la soledad, a la vejez, a la enfermedad... Esas dos fotografías disparan los recuerdos de la hija que muchos años después las contempla ensimismada y la deciden a contar la vida que esconden.

Tras esa pequeña introducción, arranca un relato que comienza con una madre enferma de alzhéimer y una hija que a fuerza de conversaciones y recuerdos trata de mantenerla anclada a la realidad durante el mayor tiempo posible. El diario de la madre, las confesiones que en momentos de lucidez desgrana para la hija, la urgencia que esta siente por recuperar una historia familiar que desaparece sin remedio, sirven a la autora para armar un puzle donde saltando continuamente del presente al pasado asoma al lector a las  vidas de unas mujeres marcadas por la falta de libertad personal, ansiosas de una independencia que muy pocas consiguieron y cuya importancia lucharon a toda costa por inculcar en sus hijas. Una generación de supervivientes que vivió los años más oscuros del S.XX. para injustamente convertirse luego en invisible, sin haber hallado su lugar.

Así, siguiendo el recorrido de la enfermedad, conforme la madre va desdibujándose poco a poco, la hija irá recomponiendo los pedazos de su vida, descubriendo pequeños secretos, anhelos, aspiraciones... Hallazgos que servirán también para reconstruir, a base de compartirlos, la relación con una hermana afincada hace años en Australia, curar agravios y dejar de lado celos y rencores.   

Con enorme maestría, Elena Casero da voz a unos personajes cercanos, intensos y cargados de verdad, magníficamente perfilados, que invitan a reflexionar sobre el pasado y la propia identidad, salpicando la trama con pinceladas de suspense e intriga pero también de ironía y sentido del humor, de pequeños chispazos que atenúan por momentos la gravedad de la situación que envuelve a las protagonistas.

Emocionante, honda, intimista y delicada. Una historia cautivadora.

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Reseña de Luisa Berbel en Facebook

Recién terminada.📖👏
Ya no suelo hacer con asiduidad reseñas de mis lecturas porque no me da la vida. 🤷
Sin embargo, hago algunas excepciones que lo merecen, porque intento compartir lo que me ha gustado mucho para que otros también lo disfruten.😜
"Las dos Adelaidas" escrita por Elena Casero, es una de ellas.👏
Ha sido una lectura que me ha reconfortado y en la que he sentido, que una de esas Adelaidas llevaba mi nombre. 😘
Un libro muy bien escrito, con la cadencia que tiene Elena y su lenguaje sencillo e irónico tan característico.
La Casero nos retrata con mucha paz y estoicismo, un drama nada excepcional. Es una novela memorística que nos intercala distintos temas cotidianos y muy comunes, como son la familia y el papel que cada uno ocupa, los secretos, los sentimientos de culpa y dominación o las costumbres y hábitos de una sociedad de otro tiempo reciente.
Pero principalmente, en la trama hay un tema central sobre el que giran los demás: la dependencia de la vejez y la enfermedad y el papel de la mujer como soporte fundamental y obligatorio en ese estadio de la vida.
Es una de esas novelas que lees sin sobresaltos y que por encima de todo, te hace reflexionar mucho...

Gracias Elena 👏👏

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 Elena Casero vuelve con este libro a la novela tras dedicarse con éxito, durante un tiempo, al microrrelato, un género de enorme dificultad, en contra de lo que cree la gente, y en el que sin duda es una maestra. El salto que efectua con Las dos Adelaidas tiene sus riesgos, supone un cambio de registro en toda regla, un nuevo desafío que habrá sorprendido y, me atrevo a decir, agradado a sus lectores y, con seguridad, atraerá a otros nuevos. Porque Elena Casero nos ofrece una novela de calidad. Una novela intimista con solo tres personajes, una madre en sus últimos días de vida, y sus dos hijas, en un escenario reducido: un piso modesto, en un edificio en proceso de rehabilitación, en el barrio de Ruzafa de Valencia, un barrio que se comporta como un pequeño pueblo en el centro de la gran ciudad.

     Con tan escasos mimbres Elena Casero nos ofrece una gran novela sobre la memoria: la que la madre está perdiendo y las hijas luchan por mantener el mayor tiempo posible; la de las hijas, deseosas de recuperar los recuerdos de la infancia, cuando habitaron ese piso, y los de las relaciones con el padre y otros parientes. Al tiempo que el relato sobre esas circunstancias especiales que viven las dos hermanas propicia el recuerdo de las relaciones entre ellas enturbiadas por la envidia, los celos, los diferentes modos de vida y la distancia. Las dos Adelaidas en también una novela sobre la familia, ese microcosmos escenario de lo mejor y lo peor de la condición humana, y los secretos que cada una tiene encerrados en un armario.

     Los personajes, esas tres mujeres tan diferentes y tan próximas, están diseñados con la suficiente profundidad sicológica para que el lector puedan comprender sus conductas. No solo las conductas individuales, sino las colectivas, pues la memoria supone echar una mirada al pasado, un pasado que el de la madre alcanza la guerra civil y, en el de las tres, la dictadura franquista, con un entorno sociológico y unas leyes que definían un contexto estrecho y vigilado para las mujeres. Elena Casero solo necesita tres brochazos bien puestos para retratar ese ambiente. En esto y en la sucesión de capítulos breves, que agilizan mucho la lectura, he percibido la sabiduría acumulada por la autora a través de los microrrelatos.

     He leído Las dos Adelaidas con curiosidad creciente, con deleite calmoso, pues para disfrutar esta lectura no hay que acelerarla, sintiéndome reflejada en esta Adelaidas -título que el lector deberá descubrir el porqué-, participando de sus pensamientos profundos y llenos de sentido común, con un lenguaje natural, con algún atisbo poético cuando toca sentimientos que acarician nuestra sensibilidad. Razones más que suficientes para recomendarles Las dos Adelaidas con entusiasmo.

Reseña de María García-Lliberós en su blog Crónica de lecturas


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Reseña de Enrique Fink en FAcebook


El lunes 4 acudí a la presentación de novela LAS DOS ADELAIDAS de Elena Casero Viana y el domingo 10 la terminé.
Ha sido una semana de disfrute con la lectura de una estupenda novela de la que me gusta todo: es una historia llena de humanidad y muy bien contada; utiliza un lenguaje siempre adecuado en función del escenario en que se desarrolla; plantea la cuestión del rol que las mujeres asumieron de grado o fuerza en las generaciones precedentes, aquello de lo que se podía hablar y aquello que se debía ocultar y creo que lo hace sin la acritud con que ahora se trata la cuestión, pero sin ceder un milímetro en calificar esas actitudes como merecen ni con el convencimiento de que hoy son intolerables. Los diálogos madre hija son conmovedores e invitan a una reflexión continua, y para quienes han o hemos pasado trances similares, el espejo de lo que ha sido también una vivencia propia. Tiene LAS DOS ADELAIDAS mucho mérito en su escritura, su desarrollo espacial es muy limitado y el temporal también, sin embargo, el buen hacer literario de Elena, sabe ir acompañando cada suceso con pequeñas incursiones en el pasado de la historia familiar o en el presente de la relación con su hermana y la novela es de una amenidad absoluta. De las que ves con tristeza que están acabándose. Y de las que estoy seguro que la autora escribe el punto y final bien satisfecha y con motivo. Lectura absolutamente recomendable, disfrutaréis mucho y reflexionaréis más.



Novela intimista, escrita en tono realista, en la que domina el tema de las mujeres en las relaciones familiares, sobre todo la relación madres/hijas, la memoria y el recuerdo, remembranzas de tiempos pasados en la historia española y concretamente, valenciana, ya que la acción se sitúa en Valencia en el presente siglo, pero los recuerdos ascienden a los comienzos y mediados del siglo pasado. 

Los protagonismos centrales son dos: hija y madre. Una mujer que, desde una edad madura recuerda a su madre, Ana, cuando tenía su misma edad y rememora el paulatino declive senil de su madre, su soledad, y cómo ella, entonces joven e independiente, resolvió volver al hogar familiar para asistirla. Y ahí se inicia el acercamiento a la figura materna, tratando de recuperar la información que su madre comienza a perder, estableciéndose una batalla diaria contra el progresivo olvido. De ese modo la hija descubrirá sorprendentes y curiosos personajes desconocidos entre sus ascendientes familiares, que se remontan hasta su bisabuela Paulina.

La lectura de unas libretas con diversas anotaciones escritas por la madre a lo largo de los años, y la revisión conjunta de fotos antiguas, hacen que la investigación parezca detectivesca rastreando el pasado. Descubrimientos que va compartiendo con su lejana hermana mayor, que vive en la ciudad de Adelaida, Australia, y poco a poco ésta a tener un tercer protagonismo,  participando en la misión de recuperar recuerdos. 

Hay un cuarto personaje, Berta, colombiana contratada para asistir a su madre mientras la hija está en el trabajo. El protagonismo de Berta produce un contrapunto dulcísimo, una ayuda emocional, cuando una u otra se desploman ante los olvidos o las ausencias maternas.

La paulatina e inevitable decadencia materna entristece a las hijas, a las que, en su confusa mente, llama alternativamente Adelaida, tanto a una como a otra. Y llega un momento en que Berta también las llama Adelaida primera y Adelaida segunda. En ningún momento sabemos sus nombres, salvo estos que la madre les da.

Por otra parte, el distanciamiento de las hermanas, tanto físico como moral, se va acortando a la vez que la madre se va sumergiendo en las brumas del olvido y solo se mueve entre fantasmas, aparecidos que circulan por la vieja vivienda y con los que ya parece estar en compañía. La narración en primera persona de la hija está salpicada de la lectura de los textos de su madre, mostrados también en primera persona, así como de los ocasionales comentarios maternos y las conversaciones con la hermana australiana. 

Los paseos por la ciudad, los vecinos o conocidos ya fallecidos que aún perviven en la frágil memoria materna, van dibujando un paisaje de nostalgia, de mapa de contornos difusos.

El texto está trufado de reflexiones sobre el recuerdo, las relaciones familiares, las comparaciones con la vida femenina en el pasado y en la actualidad, la sumisión total que las mujeres del pasado debían a sus maridos, padres o hermanos, las humillaciones y la soledad de esas mujeres mal casadas, que llegaban a envidiar a las solteras, aunque estas acabaran prostituyéndose. La narración supone todo un canto a la libertad e independencia de las mujeres,  una historia reciente de sus vidas, tomando como modelo una saga familiar.  En suma, una narración tan real que muchas lectoras reconocerán como propia, o que les recordará casos familiares. Contada con sencillez, generando profundas reflexiones sobre la condición femenina y humana en general, aunque con sus pellizcos de humor,  como es habitual en Elena Casero; humor que sirve de contrapunto a momentos tristes o muy emotivos. Una lectura que llegará al corazón de muchas personas.

Fuensanta Niñirola

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Hay libros (y este es uno de esos) que mientras los lees empiezan a retumbarte, que pasas las páginas y estas parecen que sabían de tu vida, de tus emociones y de tus circunstancias, como si te las hubieran robado para ponerlas dentro del libro y que, así a lo bestia, de pronto te rujan, te aúllen y te tambaleen. Yo no he vivido lo que se cuenta en esta novela. O no lo he vivido tal cual. Pero la novela es el reflejo de lo que sentí, de lo que experimentamos mis hermanos y yo (más mi hermana, por supuesto, que es quien se hizo cargo de mis padres en sus etapas finales).

Hay en esta novela VERDAD. Una incómoda interrelación entre nosotros y la vida que nos toca a veces vivir. Y digo incómoda por lo que tiene de eco y de repercusión emocional. Te obliga este libro a no desvincularte de los hechos del pasado que siempre, en cualquier caso, reverberan en nuestro presente: la orfandad en la que nos dejan nuestros padres pasa factura siempre. Y siempre te queda esa duda de si los cuidaste bien o no cuando tocó hacerlo. Porque nunca uno se queda del todo contento en estas circunstancias. Cada uno experimenta subjetivamente sus contextos y sus escenarios; y la losa que queda, después de la dedicación, es algo como una lucha entre ese malestar que no sabemos si proviene del exterior o del interior y que, probablemente, tenga que ver con nuestras emociones, frustraciones y, sobre todo, remordimientos, más que de los entornos (aunque estos condicionan y mucho, por supuesto).

No sé por qué hablo de todo esto si de lo que yo quería hablar era de la excelente novela de Elena Casero, que escribe con una pulcritud extraordinaria mientras capta las atmósferas y nos desnuda a los personajes con tanta verdad que parece que estamos leyendo el documental de una época. Porque si hay algo relevante entre las páginas (y hay muchas otras cosas relevantes, conste) es, para mí al menos, esa manera que tiene de retratar/radiografiar una época y que el lector que yo soy ha experimentado en primera persona y la conoce al dedillo. No escatima Elena Casero en ser una escritora escrutiñadora, con retentiva prodigiosa y unos recuerdos intocables y bien anclados en su memoria y los vierte sobre las páginas creando un tiempo que fue y que sigue entre los recuerdos de los que lo vivimos tal cual. De ahí surgen palabras terruñeras, en desuso, pero que son parte de nuestra idiosincrasia léxica y que ella rescata sin pudores y con una riqueza encomiable; de ahí surgen maneras de vida enclaustradas en el patriarcado y que todos hemos protagonizado en nuestras casas con esas madres abnegadas y esas hijas heredando esa abnegación, obligadas por costumbres, por imposiciones, por machismo, por egoísmos masculinos.

Hay todo un modo de vida rescatado, que parece que se fue, pero que aún se percibe en sus sombras alargadas en el hoy. Y es ahí, en ese mundo comprimido que cuenta esta novela, donde yo me he visto; un mundo que tenía arrinconado, porque uno evita (consciente o inconscientemente, más bien esto último) el contacto con las emociones, con lo que vivimos y que fue doloroso, con lo que nos desbordó o no nos encajaba. Y, claro, todo lo que evitamos no se transita ni se gestiona. Somos expertos en anestesiarnos, en cambiar de tema, en mirar hacia otros lados. Y la novela “LAS DOS ADELAIDAS” te abre en canal y te da una buena bofetada mientras te grita: esto fue, esto hiciste o dejaste de hacer, esto es tu recorrido hasta el hoy. Y esto nos sucedió y mejor no olvidarlo.

¿Y qué somos nosotros sin recuerdos? La novela habla de eso: de la memoria, de rescatarla antes de que se pierda, de cómo el puñetero Alzheimer nos borra como seres humanos antes de desaparecer del todo. Pero también habla de mujeres que fueron nuestras madres y son nuestras hermanas, de personas corrientes que sobreviven a los embates como mejor pueden, del amor filial, del sentimiento materno, de la pérdida y de los reencuentros, de un mundo que parece pretérito pero que aún nos da mordiscos. Y, claro, todo eso me ha desbordado. Pero qué bien ese desbordamiento: la novela te ayuda a limpiar(te), a recuperar emociones apartadas, a corroborar tiempos y estados y a conocer que no sólo tú los viviste y que por eso mismo no estás tan solo en esto de la supervivencia. Y pasando las páginas, la novela te ayuda a conectarte contigo y a gestionar tus necesidades. Es de esos libros que higienizan, que te abren en canal y te congratulan con la vida. Yo es que soy muy de libros que no niegan el dolor. Porque al dolor SIEMPRE hay que escucharlo.

Gracias, Elena Casero. Me has ahorrado varios años de terapia.
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Reseña en Infobae.La escritora española Elena Casero, una de las voces más destacadas de la literatura valenciana, presenta su más reciente novela, de la mano de la Editorial Sargantana. Las dos Adelaidas se adentra en la historia de tres mujeres que comparten una finca en el emblemático barrio de Russafa, en Valencia, mientras enfrentan el implacable paso del tiempo y la pérdida de la memoria.

“En los últimos meses, sus hijas fuimos una pérdida en su memoria. Sus dos hijas se llamaron Adelaida”. La enfermedad avanzaba, y la hija menor, recién emancipada, regresó al hogar. La novela se inicia con los recuerdos de esta hija, explorando el diario y las fotografías de su madre. Estos escritos revelan la vida de las mujeres de generaciones anteriores, su falta de libertad personal y su conformidad con las normas que prevalecieron durante décadas, así como la rigidez con la que estuvieron sujetas a las decisiones de los hombres.

La vida cotidiana, bañada por la luz del Mediterráneo, impregnada de sentido del humor y siempre acompañada de música de fondo, gira en torno a la progresiva pérdida de memoria de una mujer vital. Transmitió a sus hijas la importancia de la independencia y el significado de cuidar de la madre cuando pierde su identidad y su capacidad de movimiento; el momento en que la vida de las hijas se ve completamente dedicada a la atención de la enfermedad. Luego, después de su partida, lo único que queda son los recuerdos

Un homenaje a las mujeres que nos precedieron

Elena Casero, con una prolífica carrera literaria que abarca desde novelas hasta microrrelatos, aborda en estas páginas la historia de estas tres mujeres sin nombre: una madre y sus dos hijas, que luchan contra la implacable marea del olvido que amenaza con borrar los recuerdos y la identidad de la madre.

La trama se desarrolla en un piso en el barrio de Russafa, una zona que ha experimentado una transformación notable en las últimas décadas, pasando de la decadencia a convertirse en uno de los lugares más modernos y vibrantes de Valencia.

Casero utiliza un lenguaje sobrio y preciso para retratar la realidad del deterioro cognitivo que afecta a la madre, acompañando este relato con toques de humor y ternura. A través de ejercicios de memoria, las tres mujeres se sumergen en un pasado compartido, desenterrando historias de antepasados y recuerdos de la infancia.El barrio de Russafa, más que un escenario

Las dos Adelaidas también es un testimonio del cambio y la gentrificación que ha experimentado el barrio de Russafa. Elena Casero utiliza la excusa de la renovación de la finca donde viven los personajes como una metáfora de la agresión que enfrentan muchos inquilinos de renta antigua en medio de esta transformación urbana.

El barrio, antes marcado por la delincuencia y la decadencia, se ha transformado en un lugar de moda en Valencia. La autora lo explora con una mirada nostálgica, recordando épocas pasadas y sus propias vivencias en el lugar.Un retrato profundo de las relaciones familiares

Casero pinta un retrato psicológicamente profundo de las tres mujeres, explorando sus relaciones tumultuosas, sus rivalidades, celos y, al mismo tiempo, el amor que las une. La madre y las dos hijas se encuentran en una encrucijada de emociones intensas, a veces confusas y contradictorias, que son comunes en las relaciones familiares.

La novela, en última instancia, es un recordatorio de los sacrificios de las mujeres de generaciones anteriores y su importancia en la transmisión de la memoria y la identidad.

Con Las dos Adelaidas, Elena Casero demuestra su versatilidad como escritora, alejándose de géneros y temas previos. Desde thrillers rurales hasta historias de intriga en el mundo de la música. Esta es una obra que toca el corazón de los lectores y da cuenta de la capacidad de la autora para abordar temas universales como la memoria, la familia y el cambio social.

Elena Casero ha logrado crear una novela íntima y reflexiva que invita a los lectores a explorar sus propios recuerdos y a apreciar la importancia de las mujeres en la historia familiar y la transmisión de la memoria.

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Reseña de Luis Garcia Trapiello en Messenger

Estimada Elena, no tenga esta sucinta nota como un acto de cortesía obligada por su comentario a “A través de la niebla”. En absoluto. Me ha gustado “Las dos Adelaidas”. Bien escrito (no de todo lo que se publica puede decirse lo mismo), con un lenguaje justo, adecuado a lo que se describe, a aquello de lo que se habla. El juego de quien está presente y de quien está ausente es perfecto y muy bien diferenciado. Como la vida misma. Le felicito por lo que obliga a pensar sobre la mujer: nuestras madres calladas, nuestras hermanas presentes asumiendo los cuidados, las mujeres contratadas para ayudar en cas (¡cómo me ha gustado la construcción que ha hecho de Berta). Espero que a las nuevas generaciones les sirva para conocer que hubo otro mundo en el que la mujer no era igual a los hombres y para ser conscientes de que ellos mismos, ellas mismas, aún se sustentan sobre él, oculto magma, que de vez en cuando (más de vez en vez que de cuando en cuando) aflora destructivamente bajo mil formas. Novelas como la suya hacen que merezca la pena seguir leyendo. Saludos

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Reseña de Manoli Vicente en Culturamas.

‘Las dos adelaidas’, un viaje a través de la memoria – Culturamas

Las dos Adelaidas (Ed. Sargantana, 2023), es la novela más reciente de la escritora valenciana, Elena Casero Viana, autora de varias novelas anteriores como Tango sin memoria (1996-2013), Demasiado tarde (2004), Tribulaciones de un sicario (2009), Donde nunca pasa nada (2014) y Las óperas perdidas de Francesca Scotto (2018), además de algunos libros de relatos y microrrelatos.

Estamos ante una novela de corte intimista, en la que la autora toca el difícil tema de los cuidados familiares y logra, sin perder la coherencia con sus propias vivencias, trascender la subjetividad de las mismas para imprimir a la narración características universales que identificamos todos los que transitamos, o hemos transitado en algún momento, por ese lugar común y doloroso de acompañar en su declive a los seres que amamos.

La obra se abre con una escena que será recurrente en la novela, la presencia de varias fotografías antiguas sobre una mesa camilla. El viaje al pasado, a los recuerdos de una época que se desdibuja en la memoria de la madre de la protagonista, como antesala de lo que pronto se perderá en el olvido, representa también ese viaje interior en el que nos reconocemos a través de los pasos que nos han precedido y nos han llevado al presente que habitamos. La persistencia de los recuerdos como testimonio, y, a la vez, legado de lo que ha sucedido y conviene sacar a la luz para saber de dónde venimos, es uno de los temas centrales de Las dos Adelaidas

No resulta fácil encontrar una novela tan pulcra en el tono que consigue no perder fluidez aún poniendo ante nuestros ojos una realidad dura e incuestionable: la soledad y vulnerabilidad a la que nos aboca la vejez, trastocando nuestra realidad cotidiana, obligándonos a asumir nuevos roles, manifestada en la novela a través de la hija que se convierte de pronto en madre de la suya propia.

La obra, que aborda el complejo tema de las relaciones familiares, es de una lentitud deliberada, como corresponde al desarrollo de los personajes, que se nos hace amena y hasta humorística de tan familiar que nos resulta. Es desde ese lugar común que encontramos la reivindicación de ese espacio tantas veces negado a las mujeres que se convierten, con demasiada frecuencia, en cuidadoras y a la vez guardianas de la memoria familiar. Mujeres de interior, en palabras de la autora, invisibilizadas, relegadas a las tareas domésticas y al cuidado de los suyos sin mayor reconocimiento.

Hay en Las dos Adelaidas una confrontación de fuerzas entre la pérdida progresiva de memoria de la madre y la lucha titánica de la hija por la recuperación de la misma, a través de las fotos y diarios maternos, que nos conduce a una suerte de compensación final: los recuerdos como único puente útil entre las dos generaciones que permite a las protagonistas cerrar ciclos y seguir adelante.

No en vano se nos dice que vivimos mientras somos recordados.

Las dos Adelaidas, de Elena Casero Viana.

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Reseña de Lourdes Pinel en AMEIS

Las dos Adelaidas, de Elena Casero - Asociación de Mujeres Escritoras e Ilustradoras (ameisescritoras.es)

Elena Casero es una escritora valenciana, que ha publicado varias novelas como Tango sin memoria (1996-2013), Demasiado tarde (2004), Tribulaciones de un sicario (2009), Donde nunca pasa nada (2014) y Las óperas perdidas de Francesca Scotto (2018), además del libro de relatos Discordancias (Talentura Libros – 2011) y el de microrrelatos Luna de perigeo (Enkuadres- 2016).

Las dos Adelaidas (Ed. Sargantana, 2023) es su última novela. En ella la protagonista decide cuidar a su madre anciana y senil. La novela abre con una escena, en la que a través de varias fotografías recordará el pasado, si bien, la trama nos irá sorprendiendo y tanto la protagonista como el lector descubrirán aspectos desconocidos hasta ese momento de la vida familiar.

Con un lenguaje muy cuidado, limpio y con aparente sencillez, Elena Casero toca aspectos tan cruciales como los cuidados, la memoria, el perdón. No renuncia por ello al uso del humor, que se equilibra muy bien con la intensidad del relato. La morosidad del texto aumenta aún más el disfrute, porque se trata de una novela intimista para reflexionar y releer.

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Reseña de Miguel Sanfeliu en la revista Quimera



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Elena Casero, que para quien no lo sepa tiene ya otro libro en ciernes, nos cuenta en Las dos Adelaidas la vida de dos hermanas a través de la memoria de su madre, impresa en unas pocas libretas. Poco a poco el contenido de esos cuadernos les irá descubriendo quiénes son ellas realmente pues hay una parte de su existencia que solo puede ser explicada por los demás. Al mismo tiempo, las hijas, las dos Adelaidas, también descubrirán a su madre porque en esas libretas también viaja la juventud de su antecesora con sus deseos y anhelos. Descubrirán a esa mujer que asimismo fue joven alguna vez y dejó por el camino sus sueños. Cada uno de nosotros somos el resultado de una compleja ecuación previa que tiene distintas soluciones, parece decirnos la autora. Con un gran dominio del lenguaje, sensibilidad y humor vamos recorriendo la historia sobre todo a través de los recuerdos, pequeños fogonazos de nuestra existencia, pero al mismo tiempo el más preciado tesoro de las personas a las que alguna vez pudimos querer. Enhorabuena Elena!!!

Comentario de Manuel Nicolás en Facebook

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