Reseña; La estela del milano negro, de Elena Casero
Querida Elena.
Terminada la lectura de la novela, te hago mis comentarios.
He disfrutado con la lectura y es una de las que más me han gustado de lo que
he leído tuyo. Tendremos ocasión de matizar personalmente algún comentario o
confrontarlo con lo que tú opinas a su vez. Me parece una novela muy bien
ordenada, en la que situaciones y personajes van fluyendo en un orden natural
sin situaciones forzadas o poco verosímiles (teniendo en cuenta que tiene como
hilo conductor una investigación detectivesca), el ambiente en el que la
desarrollas lo conoces tan bien, que resulta muy fácil visualizarlo (yo también
cuando escribo o leo, necesito ver la imágen de la lectura y por cierto, no lo
he conseguido con Olivia), además, casi con las explicaciones de la
presentación fue suficiente, pero no apabullas con descripciones innecesarias.
El lenguaje culto, cuidado, sin alardes de dominio del diccionario y lo mejor,
llevándolo a un nivel de sencillez cuando quienes hablan lo requieren.
Estupendo el personaje de la Doña y también muy interesantes las dudas
existenciales de Arístides. Me gusta el desarrollo de la trama que te hace
desear seguir leyendo para satisfacer el instinto cotilla del lector.
Enhorabuena. Y dáselas también a Álvaro por su estupenda labor.
Elena!! Por fin
he tenido tiempo para acabar tu libro. Me ha gustado muchísimo... Me encantaría
comentarlo en algún momento tranquilamente cuando nos juntemos. Me ha gustado mucho como
retratas la realidad de los pueblos de nuestra zona... Donde las apariencias
engañan tantísimo, y lo que dices tú... Por mucho que la realidad parezca que
va por un sitio... Hay una especie de unión mágica en silencio que hace que el
pueblo esté siempre al corriente de todo y que a la vez parezca que no...
Entiendo que hay mucho de ti en Arístides y también un poco de su hija... A lo
que te referías que por mucho que parezca que estés integrado en el pueblo,
como no te consideren del pueblo... En fin, enhorabuena porque he disfrutado
mucho leyéndolo...y la forma de escribir, los dos narradores... También la
retranca, el humor negro...
”La estela del milano negro” de la escritora Elena Casero es una magnifica novela, de adictiva lectura, tras la primera página ya no se puede dejar de leer.
La novela refleja muy acertadamente la vida de un pequeñísimo pueblo, de lo que se llama “la España Vacía”. Situado cronológicamente en la actualidad, protagoniza la acción un maduro detective a punto casi de jubilarse, Arístides Ponce, reclamado por Doña Perpetua, una testaruda anciana de un pueblito perdido entre campos de almendros y viñedos. La Doña quiere encontrar a su perdido hijo Antonio antes de morir. Antonio voló cual milano negro, desapareciendo sin dejar rastro. Y Arístides debe buscarlo, encontrarlo y traérselo a su madre para que esta pueda morir en paz.
Arístides, por sugerencia de su clienta, se hace pasar por un cura en busca de reposo espiritual y aficionado a la ornitología, llegando al pueblo con el alzacuellos que le hará sudar, puesto que es junio y va a pasar un cálido verano en esas tierras en busca del hijo perdido. Sin embargo, el maduro detective tiene una hija, Olivia —la historia de esa hija es otro cantar—que intervendrá como ayudante y asistente de su padre en su investigación.
Entre los habitantes del pueblo Arístides y Olivia encuentran apoyo y colaboración, como en el caso de Marina y Pepe, además de Valeria. Otros personajes que discurren por estas páginas son: Berta, la desagradable esposa de Antonio; Irina, la sirvienta de doña Perpetua; la guapa Dolores, hermana de Berta, y Violeta, hermana de Antonio. Hay un malvado llegado de la ciudad, Faustino, y otro malvado local, el alcalde del pueblo. Con todos ellos se crea ya una trama que el pobre Arístides, con alzacuello o sin él, deberá resolver.
Abundan las descripciones absolutamente realistas de la vida cotidiana en un pueblito pequeño y las relaciones sociales, las intrigas, los secretos que todos conocen pero nadie quiere comentar. Los mercadillos ambulantes, las fiestas rituales del verano, las tertulias del bar o de la gasolinera……todo ello conforma un clima que, además del calor veraniego, hace que el lector casi sude sumergido en la trama de la narración. Además, hay sorpresas, momentos de violencia, de tensión, dos muertes, pero también hay cálidas relaciones amistosas que hacen del protagonista un amante del silencio y la soledad campestre.
En suma, una narración ágil, entretenida y muy amena, que se lee de un tirón. Elena Casero nos presenta un texto pleno de realismo y trufado de humor, de un humor muy particular con el que ella suele impregnar sus novelas, dándoles así un toque especial.
Una novela juguetona y divertida que se pasea delante de los ojos lectores con una amenidad inusual en un género como el de la novela policiaca, que peca en los últimos años de bucear, quizá demasiado, entre las neblinas tormentosas de la psique humana y en los bajos fondos con historias abrumadoramente desconcertantes y que acaban siendo tan triviales y calcomanías por la cantidad de clichés que atesoran entre sus páginas.
Elena Casero no huye nunca de ciertas características del género (hombre desaparecido en extrañas circunstancias, sospechosos a tutiplén, personajes ambiguos, trama trepidante), pero lo que hace único a su argumento es cómo ella adereza la trama con un humor fino y jocosísimo al que se le añade una crítica sutil, pero muy inteligente, a esas dos Españas de siempre que aquí aparecen claramente simbolizadas en el pueblo pequeño que pertenece a la España vacía. Es el pueblo un grandioso protagonista más dentro de la novela y por el que desfilan varios retratos de esa idiosincrasia de nuestro país: las reyertas pretéritas (y tan rancias) entre vecinos o familiares, los secretos de los habitantes que son comidilla en la taberna y en las conversaciones escondidas, las viejas del visillo que observan perpetuamente a los demás, el qué dirán, la fingida religiosidad, las envidias y esos politicastros de tres al cuarto que llegan a ser alcaldes vete tú a saber por qué extrañas combinaciones y/o maniobras oscuras.
Hay dentro, también, personajes secundarios memorables (por lo que tienen de retrato fidedigno -y tan irónico- de esa España inamovible y sempiterna, como el de doña Perpetua o el de la criada (supuestamente) extranjera. Y luego está el magnífico personaje central, ese detective contratado que llega de la ciudad al pueblo disfrazado de cura por imposiciones de la contratista. Elena Casero los reviste y redondea apenas con cuatro trazos, pero son los diálogos (geniales) los que verdaderamente los desnudan del todo: hay tanta mala uva en esas pláticas de los personajes, que uno acaba riendo a carcajadas en muchísimas ocasiones a lo largo de la lectura.
En definitiva, una novela que se bebe de un tirón por culpa de la trama (tan bien urdida como curiosa y acaudalada en temas sociales pertinentes) y por la gracia de la prosa que bracea todo el rato entre la bilis, el humor y la parodia de esa España que todos conocemos y hemos mamado desde pequeños. Elena Casero es una escritora versátil, aguda, sin presunciones ni engreimientos y, por esto mismo, cada vez que la leo siento que su potencia está en una (aparente) sencillez que termina embriagándome por completo.
“LA ESTELA DEL MILANO NEGRO”, de Elena Casero Viana
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Reseña de Ovidio Parades
Ediciones Alalimón publica La estela del milano negro, de Elena Casero Viana, una novela que trasciende el género negro para adentrarse en los secretos de la España rural. Un detective veterano y su hija, desde miradas complementarias, revelan las máscaras, los pactos de silencio y las verdades ocultas de una comunidad.
La trama sigue a Arístides Ponce, un detective privado a punto de jubilarse, que recibe el encargo de encontrar a Antonio, un hombre desaparecido en un pequeño pueblo. Para integrarse mejor y no levantar sospechas, Arístides se hace pasar por un cura aficionado a la ornitología. A lo largo de su investigación, descubre las complejas relaciones y secretos de los habitantes, mientras su hija Olivia aporta una perspectiva adicional, adentrándose en espacios que a él le estarían vedados.
La novela se caracteriza por un realismo cuidado y un humor sutil que aligera la densidad de los temas tratados. No se centra en la acción típica del género negro, sino que profundiza en las dinámicas sociales y personales de los personajes, revelando sus motivaciones y conflictos internos.
La estela del milano negro, de Elena Casero Viana: realismo cuidado y un humor sutil. No se centra en la acción típica del género negro, sino que profundiza en las dinámicas sociales y personales de los personajes. @soniayanezcalvo.Compartir en XEl personaje de Arístides, al asumir la identidad de un cura, pone en evidencia las máscaras que adoptan las personas en la sociedad. Esta dualidad entre lo que se muestra y lo que se oculta invita a reflexionar sobre la autenticidad y las convenciones sociales que limitan la expresión individual.
La estela del milano negro funciona como un juego de espejos: entre lo que se ve y lo que permanece oculto, tanto en los habitantes como en el paisaje que habitan. La ironía de que la comunidad confíe más en una sotana inventada que en la verdad de un hombre refleja, a su vez, el peso de las apariencias y de las instituciones en la vida rural.
Olivia, lejos de ser un mero acompañante, atraviesa el verdadero muro: la intimidad femenina. Gracias a su mirada, la investigación se enriquece y se completa, sumando la perspectiva masculina, revestida de autoridad, y la femenina, tejida en complicidad y confianza.
El milano negro que sobrevuela la historia se convierte en símbolo: lo que acecha desde lo alto, lo que detecta sin ser visto, la huella invisible que dejan los secretos. El título resume la metáfora central de la novela: la dificultad de borrar las estelas de lo oculto.
Lejos de ser solo una novela negra rural, la obra de Casero Viana es una exploración de la ambigüedad moral. Cada personaje habita un espacio intermedio: mentir puede ser necesario, callar es parte de sobrevivir y decir la verdad rara vez libera por completo.
Con un estilo sobrio, cargado de ironía y observación fina, La estela del milano negro no solo retrata un pueblo: lo convierte en metáfora de la convivencia humana, un ecosistema donde máscaras, herencias emocionales y pactos de silencio pesan tanto como los hechos. El motor de la trama no es tanto la coherencia de la investigación, sino la excusa para sumergir al lector en este microcosmos humano.
Recomiendo La estela del milano negro porque, más allá del misterio, invita a contemplar la vida humana con mirada atenta, como quien sobrevuela un microcosmos con unos prismáticos, siguiendo los pasos del propio investigador y descubriendo lo invisible a simple vista.
Pero además hay algo que no pueden tener las grandes ciudades y es un componente fundamental en “La estela del milano negro”: los habitantes del pueblo con sus rumores, sus rencillas ancestrales, sus secretos… Los corrillos dónde todo se sabe pero nada se termina de sacar abiertamente a la luz, con la ambigüedad que en ocasiones hiere más que la mentira. El pueblo como sistema vivo y primitivo con sus propias reglas y sus silencios. Como un personaje relevante en la trama.
Elena es una maestra a la hora de describir el ambiente que se respira en un lugar que, en este caso, no tiene nombre, lo que facilita que nos sirva para representar cualquier aldea de cualquier provincia de este país.
También encontramos a un protagonista que es un antihéroe, me recuerda a los detectives icónicos de Raymond Chandler. Un Philip Marlowe que aquí pasa a llamarse Aristides Viana (tal vez tiene algún parentesco con Elena Casero Viana). Son hombres impregnados de cierta tristeza y melancolía, forzados a discurrir por situaciones con las que no se sienten del todo cómodos pero las dificultades económicas les arrastran. Hay cierto fatalismo en su talante. Sufren el síndrome del impostor. Disponen de, al menos, un secreto en su pasado. Arístides, como explica Elena, es un perdedor.
En ese caso sin embargo el detective no deambula por la soledad de la noche en la ciudad, pasea por la montaña y sus alrededores lo que le lleva a una introspección sana que sirve para observar la evolución interna del personaje, llega a impregnarse del ritmo del pueblo, aprende a apreciar su calma, su paisaje, se termina enamorando de ese espacio. Aunque sabe que siempre será un forastero.

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