jueves, 8 de octubre de 2020

DIARIO DE UNA ESCRITORA RURAL. El otoño

 Han empezado a cambiar los colores del monte, de la vegetación. Las hojas del cerezo van cayendo poco a poco cada día. 


Las viñas, al carecer de fruto, entristecen. 


Adquieren unos colores opacos, entre el granate y el marrón. Cuando les da el sol de frente, ese granate se torna en rojo anaranjado. 





Los frutales también acusan el cambio de estación, aunque no haga frío todavía. Baja la temperatura nocturna pero el sol sigue calentando aunque sin molestar.




Me gusta esta época, hasta el cielo parece diferente. Tiene una luminosidad distinta a la del verano. Las puestas de sol son espectaculares. Una gozada para la vista mientras se camina por el monte. 




Da más ganas de recogerse a leer, a escribir o a cualquier otro menester dentro de la casa.



3 comentarios:

  1. Las fotos son delicadísimas. Y tu escrito acompañando también. Hora de interior y mirada.

    ResponderEliminar
  2. Tus entradas últimas me han recordado la cantidad de juegos de la infancia, y no tan infancia, que antes conocíamos...

    ResponderEliminar