Han empezado a cambiar los colores del monte, de la vegetación. Las hojas del cerezo van cayendo poco a poco cada día.
Las viñas, al carecer de fruto, entristecen.
Los frutales también acusan el cambio de estación, aunque no haga frío todavía. Baja la temperatura nocturna pero el sol sigue calentando aunque sin molestar.
Me gusta esta época, hasta el cielo parece diferente. Tiene una luminosidad distinta a la del verano. Las puestas de sol son espectaculares. Una gozada para la vista mientras se camina por el monte.
Las fotos son delicadísimas. Y tu escrito acompañando también. Hora de interior y mirada.
ResponderEliminarTal cual, preciosa estación.
ResponderEliminarTus entradas últimas me han recordado la cantidad de juegos de la infancia, y no tan infancia, que antes conocíamos...
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