Reseña de Miguel Sanfeliu
Elena Casero es
una escritora que ya tiene una obra muy personal e interesante a sus espaldas.
Hasta el momento ha escrito las novelas Tango
sin memoria (Mira, 1996;
Talentura, 2012), Demasiado
tarde (Mira, 2004), Tribulaciones de un sicario(Policarbonatados,
2009), y el libro de relatos Discordancias (Talentura, 2011). Ahora se acaba de
publicar su último trabajo, la novela Donde
nunca pasa nada, editada también por Talentura, y en la que recupera
algunos personajes de Tribulaciones de un sicario, una obra con la que Elena se adentraba en un género a mitad de
camino entre el detectivesco y el humorístico.
Soy consciente de que resaltar el humor en una obra literaria,
en este momento y en este país suele ser considerado más un lastre que un
valor. Sin embargo, no siempre fue así. Las vanguardias literarias españolas
enarbolaron el humor como arma arrojadiza en el pasado siglo XX, donde
encontramos autores como Jardiel
Poncela, Gómez de la Serna,
que defendía que "el humor es ingrediente indispensable de toda buena
novela moderna", Mihura,
el prolífico Álvaro de La
Iglesia, Julio Camba, Rafael Azcona oFrancisco García Pavón y su entrañable policía Plínio, sin
olvidar a Eduardo Mendozay
las novelas protagonizadas por un improvisado detective escapado de un centro
penitenciario para delincuentes con trastornos mentales: El misterio de la cripta
embrujada, El
laberinto de las aceitunas, La
aventura del tocador de señoras y El enredo de la bolsa y la vida. El humor sobrevive a cualquier adversidad y es capaz de
colarse por las rendijas de las más duras tiranías, de ahí su eficacia. Quizá
por eso suele ser denostado, y temido.
Donde nunca pasa nada nos sumerge en una historia llena de
personajes bien caracterizados, inmersos en una situación que poco a poco se va
enrareciendo. Seguimos al variopinto grupo formado por Anselmo de la Rúa,
curioso personaje al que parecen seguirle los problemas; doña Celia, la
compañera de Anselmo; Elpidio, un jubilado que parece saberlo todo sobre el
pueblo y sus habitantes; doña Presencia, una anciana en silla de ruedas con un
carácter endiablado; Katia, la mujer rusa que la cuida; Marian, la prostituta,
y tantos otros que van formando el dibujo del pequeño pueblo Losantes, cuya
existencia se ve alterada por la inauguración de un local de alterne llamado La Dama Verde. Y, al
poco tiempo, ocurre un asesinato. Sucesos dramáticos y extraños que contribuyen
a enrarecer aún más la atmósfera esperpéntica en la que se desarrolla esta
historia que intriga y divierte a partes iguales.
Donde nunca pasa nada consigue hacerte sonreír, interesarte
con su historia y abstraerte por completo del entorno. Elena Casero ha escrito un libro cuyas páginas
desprenden vida, donde hay misterio, también crímenes, y las sospechas pueden
recaer sobre cualquiera. Como dice Elpidio en un momento dado: «En este pueblo
donde nunca pasa nada, donde la vida se transmite de manera subterránea como si
fuera imposible que los acontecimientos salieran a la luz, se está mascando la
tragedia». Elena Caserotiene
una indiscutible maestría para reflejar los caracteres y singularidades de sus
personajes, sus virtudes y ambigüedades, los recelos y la solidaridad que se
respira en este pequeño pueblo en el que, de pronto, suceden un asesinato, dos
intentos de homicidio y las cosas empiezan a complicarse cada vez más.
Parece detectarse en la literatura actual una especie de vuelta
al mundo rural: Elena Casero se decanta también por ambientar
su historia de tintes policíacos en un lugar en el que se respira una aparente
calma y tranquilidad pero donde circulan pequeñas y grandes rencillas, rencores
que vienen del pasado, rivalidades históricas, enfrentamientos familiares,
historias ocultas y silenciadas que irán poco a poco desvelándose, en una trama
muy bien urdida. Una novela negra a la que no le falta el suspense, los giros
inesperados y una adecuada dosis de crítica social
Reseña de Ariodante
+Para los lectores que disfrutaron con “Tribulaciones de un
sicario” (Policarbonados, 2009), será una buena noticia saber que el
protagonista, Anselmo de la Rua, vuelve de nuevo a la palestra, unos años más
mayor, para protagonizar, junto a Doña Celia, su pareja de hecho, una historia
de intrigas y melodramas rurales, en un imaginario pueblito, Losantes, donde
nunca pasaba nada…hasta “La
Dama Verde” se instaló allí.
La narración recrea el ambiente de un pueblo muy pequeño, donde
casi todos son parientes en algún grado, y donde las rencillas y enemistades se
acumulan durante años, los rumores y los cotilleos circulan con rapidez y el
aburrimiento es el caldo de cultivo de sórdidos rencores. Ante la doble novedad
del regreso de un miembro de la comunidad y la apertura de un lugar de
esparcimiento nocturno de dudosa moralidad (“La Dama Verde”), regentado
por el hijo pródigo del pueblo, se crea un revuelo general, tanto entre los
miembros masculinos como –aunque por razones opuestas- los femeninos.
El desfile de personajes es notoriamente hilarante, presentados
con la mirada socarrona y divertida de Elena Casero. La elección de nombres
está muy cuidada: Elpidio, doña Presencia, Katia, Boris, Don Abundio,
Prudencio, Leoncio, “la puta ilustrada”… Una estancia veraniega en un pueblo
supuestamente aburrido, que resulta ser de lo más entretenido. El personaje de
doña Presencia, la tía de doña Celia, es delirante: una ancianita nonagenaria
que parece revivir, recargando pilas con la llegada de los problemas,… sobre
todo, por el café con leche tomado en “La Dama Verde”. El desfile carnavalesco de las
fiestas del pueblo es uno de los momentos más notables del carácter
esperpéntico de la narración.
El “puticlub” y sobre todo, su dueño y director, Ernesto,
despiertan odios y pasiones ancestrales en distintos niveles de la sociedad
losantesca. Anselmo y su nuevo amigo, el jubilado Elpidio, intentarán
investigar algo sobre los sucesos que van a ir jalonándose a lo largo del
caluroso verano: un asesinato, dos intentos de homicidio, personajes que no son
lo que parecen y personas que quieren ser distintas a lo que han sido hasta
ahora, celos, amores, odios fraternos y deseos irrefrenables. Todo ello tiene
al lector entretenidísimo, procurando adivinar quién es el asesino, y a la vez,
tratando de entender el galimatías de las relaciones del pueblo.
Elena Casero cuenta con prosa fluida y muy realista, en
narración directa y desde el punto de vista de Anselmo, todo un
anecdotario popular, en clave de humor pero lanzando de vez en cuando dardos
contra las lacras sociales que sufrimos, aunque no vivamos en su imaginario
pueblito. Renacerán antiguos amores, surgirán nuevos, y la pareja formada por
Anselmo y Celia vivirán días que no olvidarán, en el calor de ese largo y
atribulado verano. En suma, un relato divertido, agridulce en algunos tramos,
muy divertido y lleno de retranca en otros, entretenido en su totalidad.
Una novela de domingo
Reseña de Antonio Altrán Secuela en buena medida —pues hay personajes que se continúan en esta nueva historia—de su muy celebrada novela «Tribulaciones de un sicario», la valenciana Elena Casero nos presenta ahora esta «Donde nunca pasa nada», un relato ambientado en un pueblo imaginario, de nombre Losantes, cuyo comienzo coincide con la instalación de un club de carretera en la localidad. Con este (casi) eufemismo de «club de carretera» se alude a un bar de estos de luces rojas, ambiente casi en penumbra, un pequeño escenario, en este caso, al fondo, con una barra en vertical, habitaciones arriba… lo que es un puti, vamos, un burdel de toda la vida que viene a alterar la existencia apática, hasta entonces, del pueblo. Un establecimiento, con sus chicas de importación y la variada fauna que suele girar en torno de estos lugares, que supondrá para el pueblo una revolución en la vida de sus habitantes, algunos de los cuales (y lo que es más sorprendente, algunas, pese a su avanzada edad) se mostrarán muy permisivos con el negocio, y otros no tanto. Así mismo, la llegada de esta nueva «atracción» despertará una serie de odios atávicos entre hermanos y de amores frustrados que parecían dormidos en medio de la vida pacífica y que súbitamente van emergiendo hasta desembocar en lo que parecen crímenes... Esta nueva novela de Elena Casero tiene muchos elementos, como la recreación, al hilo de la resolución de un misterio o de un asesinato, del ambiente rural y la vida en un pequeño pueblo, que recuerdan a las novelas de García-Pavón. Algún buen lector quizás las recuerde aún: aquellos excelentes relatos protagonizados por el policía municipal de Tomelloso, Plinio, que en algunos aspectos tanto se parecen a esta «Donde nunca pasa nada»: los nombres bastante arcaicos de los personajes, de alguna manera los diálogos también, ese sacar una silla a la calle al caer la tarde y montar tertulia sobre lo ocurrido en la jornada… Recogiendo parte de esa estela, «Donde nunca pasa nada» es una novela amable y agradable de leer que hace pensar al lector en la mañana soleada de un domingo, en que todos los paisanos se juntan en el bar de la localidad a tomar el aperitivo entre vozarrones y risotadas, es una novela bienhumorada en que muchas de las replicas se resuelven, por ejemplo, con risas de los personajes, y en que se da amplio espacio para la chanza, para el malentendido, para la broma sana y de buena intención. Es, en fin, como se verá, una novela que mueve a la evocación de esos momentos siempre amigables, distendidos, gratos de vivir y de recordar, esos momentos dominicales que nos gustaría tener a mano siempre que quisiéramos, por ejemplo, al abrir esta «Donde nunca pasa nada» y comenzar a leer. |
Reseña en el blog Carmen y amig@s
El verano pasado tuve la fortuna de compartir con Elena Casero muchas
lecturas, al coincidir las dos como miembros del jurado del I Premio
Internacional de Novela Corta organizado por La Esfera
Cultural. Ahí tuve el placer de conocerla y saber de su trayectoria
literaria: Tango sin memoria, Demasiado tarde, Tribulaciones de un
sicario, Discordancias,... y Donde nunca pasa nada, su última
novela, que hoy os traigo aquí.
Cuenta Donde nunca pasa nada como narrador protagonista
con el bueno y atribuladoAnselmo de la Rúa, que ya
protagonizara la mencionada Tribulaciones de un sicario (Editores
Policarbonados, 2009). Y Losantes es el pequeño pueblo al
que llegan Anselmo y su querida doña Celia para conocer a la
anciana tía de esta, doña Presencia, y pasar unos días
tranquilos alejados de las obligaciones, ruidos y prisas de la
ciudad.
"Dos horas
después de salir de Tuzones, el autobús se detuvo a la orilla de la carretera
de Losantes, junto al afamado bar Berlín."
Comienza así el capítulo I de Donde nunca pasa nada. Y si
el afamado bar Berlín no pasa de ser un modesto bar de
carretera, Losantes, el lugar donde nunca pasa nada,
será el centro de las idas y venidas, de los dimes y diretes, de
las aventuras varias en las que Anselmo, doña Celia y demás personajes
se verán implicados.
Porque Donde nunca pasa nada es una novela
esencialmente coral en la cual los distintos personajes tendrán su
momento, como un foco que la autora dirige sobre uno u otro; entre todos
conformarán el mosaico humano de esta novela. El cacique del pueblo y
familia,Elpidio, que se convertirá en inseparable de Anselmo, los viejos
curiosones, Prudencio y Leoncio, las señoritas de compañía,...
irán ocupando posiciones en un cuadro en el que destaca con luz propia
doña Presencia. ¡Y vaya presencia que tiene la doña! Y también gracia
y salero. Doña Presen, para los amigos, es una mujer valiente, sin
prejuicios ni pelos en la lengua a quien, con sus noventa y dos años y
su silla de ruedas, no hay quien pare ni quien haga desistir de su café
nocturno en La Dama Verde.
Y es que en Losantes, este pueblecito de provincias, con su
plaza, sus partidas y sus cotilleos, ese idílico lugar para pasar unos
relajados días vacacionando, ahí, acaban de abrir una casa de
citas, un club de alterne, un puticlub, La Dama Verde. Como
es lógico, el pueblo-tanto hombres como mujeres aunque por muy distintos
motivos- anda revolucionado con este acontecimiento.
La apertura de este establecimiento traerá rumores, tensiones, problemas,
un asesinato y dos intentos de homicidio, ni más ni menos. La cuadrilla
de Anselmo, Celia, Elpidio, y Marian,ilustrada trabajadora de La
Dama Verde, acompañados de doña Presen, comenzará a investigar. Así
descubriremos que bajo la apariencia sosegada y apacible del pueblo y sus
habitantes se esconden viejas rencillas y amoríos, envidias, un
pasado que vuelve y que se irá desenterrando. Y estos hallazgos se harán
bajo el sofocante calor de Losantes, en un pueblecito que se esconde tras los
visillos, y con unos personajes principales ya entraditos en años, que
no perdonan una siesta y que no cuentan con demasiados medios.
Son muchas las virtudes que como escritora muestra Elena Casero: desde la construcción depersonajes inolvidables- muy de carne y hueso y sobre los que dirige una mirada cálida- y la recreación de un original argumento de novela negra en un entorno poco habitual en este tipo de historias, hasta el uso de un lenguaje ágil, directo, socarrón, cargado de sentido del humor e ironía que tan solo abandona en contadas ocasiones.
La autora da forma en Donde nunca pasa nada no solo a
una novela amena, ingeniosa y divertida sino humana y
tierna, aderezada de cierta crítica social y política que
la acerca a nuestra realidad inmediata y con una trama policíaca que
genera la intriga y suspense que su resolución conlleva. Una
novela heterogénea en sus aportaciones a uno u otro género narrativo que tiene
en esta mezcla de tonalidades uno de sus mayores atractivos.
Recomendada queda una visita a Losantes, el pueblo donde nunca pasa nada...
Recomendada queda una visita a Losantes, el pueblo donde nunca pasa nada...
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