Frederich von Nestle tenía una capacidad absoluta para el
ensimismamiento. De ahí que afirmaran que tenía la cabeza llena de pájaros. De
hecho, cuando Frederich reía el sonido que emitía se asemejaba al piar del pájaro
carpintero. Intrigado por esta afirmación, marchó a Austria a estudiar con el
insigne profesor Freud. Y, para su sorpresa, éste confirmó esta teoría.
Terminados sus estudios de neurología y psicoanálisis, regresó a
Suiza. Allí instruyó a su propio equipo para que le realizaran, con la anestesia
necesaria, una trepanación. Nada más levantar la tapa de los sesos, observaron
una capa de nubes alpinas de las cuales salieron volando tres pájaros exóticos,
o eso pensaron los suizos. Decir exótico y suizo es un oxímoron.
Frederich, obviamente, no resistió la operación. Sin embargo, uno de
sus alumnos, más espabilado que el resto, como buen suizo, prefirió dedicarse a
los negocios del cacao. De ahí, el peligro que conlleva chocolatear en exceso
la leche.